Capítulo 10

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Estaba agotado. Todo lo que deseaba era llegar a casa, darse una ducha y meterse en la cama para olvidar toda la locura a la que había tenido que enfrentarse en las
últimas veinticuatro horas. El causante de la misma estaba de pie a su lado, se había
negado a dejarlo marcharse solo e intuía que le iba a costar dios y ayuda deshacerse de él.

Los gritos emergieron del pasillo incluso antes de que las puertas del ascensor
decidiesen abrirse —era un milagro que esa noche el artilugio funcionase—, la señora Cho volvía a la carga con su escena del robo del collar de perlas y la estaba
emprendiendo ahora con su vecina de al lado, quién parecía pronta a perder los
papeles.

—¿Vas a volver a intentar dar caza al ladrón? —sugirió taehyung con ironía a su
acompañante—. Déjame que saque el móvil y lo grabe, no me vendría mal un ingreso
extra y podría hacerme de oro subiéndolo a YouTube.

La intensa mirada de seokjin se clavó en él, se lamió los labios y descendió
sobre taehyung encendiendo todas y cada una de sus terminaciones nerviosas.

—Si quisiese lanzarme sobre ti, cosa que no descarto hacer en breve, buscaría
algo cómodo, como una cama.

Taehyung se obligó a poner los ojos en blanco a pesar de que su tono de voz le provocaba deliciosos escalofríos.

—Sigue soñando, poli —murmuró al tiempo que sacaba las llaves de su bolsillo.

—¿No vas a invitarme a entrar?


Taehyung se giró hacia él y señaló con un gesto de la barbilla a las dos mujeres al final del pasillo.

—¿Y ser el chisme de las vecinas el resto de mi vida? Ni hablar —sentenció
con rotundidad—. Además, no estoy dispuesto a ponerme a aspirar pelo de perro.
Tendré incluso que cambiar las sábanas de mi cama y sacudir el colchón. Como
encuentre alguna pulga, me las pagas.

Seokjin gruñó por lo bajo, un sonido que le recordó una vez más que el hombre que
estaba delante de él era mucho más que un hombre.

—Yo no tengo pulgas.

Taehyung se lamió los labios y luchó por encontrar el resto de arrojo necesario para
terminar esa conversación.

—Tampoco deberías tener pelaje y lo tienes —le soltó. Insertó las llaves en la
cerradura y abrió la puerta—. Buenas noches, poli.

Le cerró la puerta en las narices y se apoyó contra ella dejando escapar un cansado suspiro.


Se estremeció al mirar a su alrededor y ver su vivienda en penumbra, solitaria e igual que la había dejado esa misma mañana. Necesitaba meterse en la ducha, dejar que el agua corriese por su cuerpo y se llevase consigo el horror y los recuerdos de ese maldito día.

No quería pensar, no
quería recordar, solo quería olvidar todo lo que había ocurrido en las últimas
veinticuatro horas.

Sin embargo, su irresistible vecino parecía tener otros planes en mente, ya que
decidió tocarle las narices a los pocos minutos a través de la ventana del dormitorio
que conectaba con su propia vivienda a través de la escalera de incendios.

Se llevó las manos a las caderas y entrecerró los ojos al verlo al otro lado del
cristal.

—¿Te obsesionan las escaleras de incendios o eres un mirón profesional?

Seokjin sonrió como el gato que se había comido la crema y acarició el cristal con un
gesto tan sensual que podía muy bien haberlo acariciado a él.

Mι Amoroso Aᥣfᥲ ⇢ ᴶᶤᶰᵀᵃᵉWhere stories live. Discover now