Cita McDonald's

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Le había preguntado de manera tan segura si podía acompañarlo a cenar, pero en el momento que subió a su vehículo esa confianza se desvaneció, ¿Y si era demasiado? ¿Si estaba acelerando las cosas una vez más? ¿Qué tan seguro de sí mismo debía actuar? En el momento no había tomado nada en consideración, simplemente tuvo una idea y la puso en movimiento inmediatamente, su mente era un verdadero caos, ni siquiera estaba seguro si en el exterior se veía calmado o alterado, ese pensamiento no cabía en su cabeza.

Mientras Horacio entraba en pánico en el asiento del copiloto, Volkov conducía por Los Santos como un corcel con anteojeras*, solo era capaz de ver el camino frente a él en un nivel de concentración digno de un comisario. Con la mente en piloto automático, se estacionó en el aparcamiento más cercano a la puerta, tiró del freno de mano y por primera vez desde la salida de comisaría miró al hombre junto a él. Se veía un poco inquieto y se removía en el asiento mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

El lugar destacaba con sus brillos rojos y amarillos, pero como el local había mantenido su estética retro a lo largo de los años, no molestaba a la vista y se veía bastante acogedor, quizás le faltaba un poco de pintura aquí y allá, seguía siendo un local de comida rápida de todas formas.

Con la excusa de estar algo cansado, le pidió al comisario que ordenara exactamente lo mismo que él mientras que él buscaba una mesa en el segundo piso, se sentía más cómodo si había menos gente alrededor, pues a esa hora aparecían los oficinistas que trabajaban hasta tarde y la gente sin ganas de hacer la cena, en ese momento sentía que mientras menos ojos era mejor, además sabía que el comisario valoraba la privacidad. Pasaron unos minutos hasta que el ruso apareció por la escalera mirando alrededor del lugar buscando al hombre de cresta, en respuesta Horacio alzó su mano silenciosamente y la agitó levemente para llamar la atención del comisario, se sentía muy extraño, casi parecía... una cita, el agente eliminó ese pensamiento de su cabeza inmediatamente, no quería aumentar los nervios innecesariamente, además, el comisario había estado extremadamente serio en todo momento, quizás para él no significaba nada. Volkov se sentó justo frente a Horacio y le informó del pedido, el agente asintió sonriente, estar sentado frente a él no solo le ponía nervioso, también le hacía extremadamente feliz, y en parte era eso a lo que le temía.

El ruso seguía sin estar seguro de lo que sentía en ese momento, por un lado sabía que esa era la oportunidad perfecta para tener esa familiaridad a la que se había acostumbrado hablando por mensajes, pero la verdad era que esas mariposas que sentía en el estómago no las había sentido hace muchísimo tiempo, y no sabía cómo actuar cuando ellas estaban presentes, quién le iba a decir que se sentiría realmente nervioso por hablar con alguien, era ridículo desde su perspectiva.

- ¿Por qué no me cuenta sobre su día? - le ofreció Horacio invitándolo a comenzar una conversación.

- Hmm, - pensó el comisario recapitulando su día, la verdad no había pasado nada interesante, pero si Horacio había preguntado era porque quería saber - Fue un día normal la verdad, multé a varias personas por faltar el respeto a la autoridad, es cosa de pasar por plaza central y la gente se torna distinta -

Horacio se acomodó en la mesa y rio.

- Bueno, creo que antes solía ser peor, y siempre eran los mismos - agregó el agente.

- Quizá tiene razón, las cosas se han calmado un poco, creo que hasta puedo recordar algunas de las personas que pasaban todo el día ahí, recuerda a ese hombre... ¿El de la bandera española en la espalda? ¿Cuál era su nombre? - preguntó buscando la respuesta en el techo del establecimiento.

- ¿El Dandy? - respondió Horacio impresionado por la memoria del comisario.

- ¡Si, si! Vaya dolor de cabeza, ya le digo - siguió animado.

- ¿Pero sabe donde se juntan ahora? El Yellow, no se si pasa mucho tiempo en el norte, pero madre mía ese es otro desastre -

En poco tiempo ambos lograron relajarse y comenzar una conversación casual que mezclaba tanto tiempos antiguos como actuales, realmente no se habían percatado del cambio de actitud del otro, simplemente entraron en un momento de comodidad en el que casi pierden su pedido por no escuchar el nombre ruso que llamaban enérgicamente por el altavoz. En cuanto el aludido se percató de que su nombre resonaba en las paredes blancas, se levantó como un resorte y bajó rápidamente por la escaleras para rescatar su cena. Mientras la música lejana de algún lugar del restaurante rellenaba los silencios que el ruso había dejado, el rostro de Horacio se comenzó a enrojecer por ninguna razón en particular, simplemente era feliz, quizás era algo tan simple como una cena barata improvisada y conversaciones casuales, pero eso le bastaba, eso era suficiente para hacerlo querer quedarse en ese momento para siempre, a esas alturas ya había aceptado que sus sentimientos por el comisario no habían cambiado, solo no sabía qué hacer con ellos en ese momento y estos lentamente se desbordaban hasta enrojecer su piel morena.

El ruso no tardó en volver a la mesa, y contrario a lo que Horacio pensaba que ocurriría, retomó la conversación de inmediato totalmente despreocupado mientras dejaba la comida en la mesa, el sudor nervioso de sus manos desaparecía mientras el peligris le conversaba con el rastro de una sonrisa en el rostro, realmente era guapo, cada vez que tenía la oportunidad de verlo de cerca, esa realidad le abofeteaba en la cara. Para cuando decidieron salir del local, la luna ya estaba en lo alto del cielo rodeada de nubes grises que avanzaban lentamente en la helada noche invernal, Volkov estaba bastante satisfecho con el final del día, había logrado una interacción bastante cercana con el agente, sólo tenía que mantenerse así, evitar caer en los simples saludos monosílabos de siempre y actuar con más confianza, no estaba seguro de porqué quería forjar algún tipo de relación con Horacio, pero le hacía feliz.

A petición del agente, el comisario dejó a Horacio en comisaría para recoger su vehículo y dirigirse a casa, ninguno quería realmente que esa velada acabara, había sido completamente improvisada, pero desde la perspectiva de ambos, había sido exitosa.

*Piezas de vaqueta, opacas, que se colocan junto a los ojos de las caballerías para impedir su visión lateral.

Volkacio Valentine 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora