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~ ¿Aquí estás mejor? - habló un poco aliviado el castaño, pasando un trapo húmedo encima de la frente del rizado - Perdón por dejarte así.
Joel asentó con su cabeza lentamente junto con una sonrisa sincera. Tomando la muñeca del chico para decir algo que no había dicho hace mucho tiempo.
~ Gracias.
~ No te preocupes - soltó el menor para acariciar el pulgar de la mano de Pimentel que la estaba sujetando.
~ Perdón, no debí haberme transformado enfrente de tu amigo. Simplemente no estaba en mis cabales.
Erick negó con la cabeza soltando pequeñas risitas que Joel las siguió, para luego dar pase a carcajadas de ambos.
~ Se lo merecía, por no creerme.
~ ¿Por qué regresaste Erick?
Interrogó el moreno cambiando bruscamente la conversación y haciendo que el pequeño se pusiera incomodo, soltando cualquier tacto con el beta, porqué aunque Joel sabía los sentimientos que Colón tenía por él aún así era difícil confesarlo.
Tal vez, lo más difícil que puede hacer un joven de 16 años.
Erick se mantuvo por un tiempo en silencio y Joel entendió la respuesta o eso creyó hasta que el ojiverde habló.
~ Porque nada justifica una muerte y Zabdiel quería matarte.
Joel enmarcó una ceja al oír el nombre del muchacho y volvió hacer más preguntas a lo cual el castaño le contó todo lo deducido por él.
~ Entonces tengo que curarme rápido - el moreno se apoyó con sus manos para poder levantarse más no pudo por lo débil que se encontraba.
Erick lo recostó nuevamente y lo calmo para que luego Pimentel aceptará.
~ Quizás estas de hambre, voy a traerte algo.
El menor salió del sótano, sin embargo regresó de inmediato para poder preguntarle algo que también había sido un debate para él.
~ ¿Los hombres lobo son carroñeros? Porque no pienso ir a al bosque para traerte un animal muerto.
Se quejó el castaño jugando con sus dedos hizo un breve puchero esperando la respuesta del ojimiel.
No pudo negarlo, estuvo nervioso por la respuesta que le daría Pimentel. Más esta fue positiva.
~ ¡¿Como crees?! - preguntó un tanto ofendido el rizado - Somos hombres lobo, no bestias, somos como cualquier otro ser humano.
El ojiverde sonrió por su propia inocencia y salió para poder traerle un plato de sopa que había hecho su madre hace unas horas para el almuerzo.
Lo sirvió y deprisa regresó a donde había dejado al moreno quien, nuevamente estaba perdiendo la fiebre y sus aflicciones.
Al darse cuenta que Erick lo miró con rareza el mayor le explicó que le sucedía en unas breves palabras.
