Capítulo 4

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Desconocido

—¿Encontraste lo que te pedí? —me pregunta el hombre vestido de negro.

—Si, la chica vive en la cafetería que le dejó Matthew.

—No te estoy preguntado por la estúpida chica ya sé donde vive, ella solo es un medio para llegar a mi fin, hablo del amuleto.

—No lo he visto aún, debe estar escondido.

—Pues búscalo imbécil, entra en su habitación haz lo que tengas que hacer y entrégame ese amuleto cuanto antes, o sabrás que habrán consecuencias si incumples.

—¡No!, yo lo haré por favor no la lastimes. —le pido suplicante.

Odio esto, odio estar arrastrándome a los pies de esta basura, pero así tiene que ser.

—Si cumples no habrá problema —dice con una sonrisa socarrona en sus labios que me dan deseos de vomitar, tiene los dientes amarillos y algunos de oro.

—Yo cumpliré.

Digo y me doy media vuelta para marcharme de este lugar asfixiante. A unos metros de el edificio cojo el teléfono y marco un número.

Luego de tres tonos contesta.

—Hola, ¿quién habla? —Me pregunta.

—Soy yo, informa. —Le digo simplemente, la otra persona me reconoce y escucho como se aparta del ruido a un lugar más silencioso.

—No puedes llamar a esta hora, sabes que estoy ocupado, todo está en orden.

—Me importa una mierda que estés ocupado, quiero sabes qué está haciendo ella ahora mismo.

—Vaya sí que eres pesado hombre —me dice con una pizca de burla.

—No juegues conmigo —mi tono de voz demuestra que estoy perdiendo la paciencia.

—Ella está atendiendo mesas, está bien, además su amiga la insoportable no se le despega.

Suelto un suspiro.

—Dile a Amara que esta noche hay que reunirnos en mi departamento, tenemos que planear todo, se acerca la guerra.

—Yo le digo, pero ¿cuándo le piensas contar todo a Iren?

—Cuando sea el momento, por ahora que lea lo que escribió Matthew para ella, eso le dará al menos una idea de todo.

—Yo solo espero que cuando todo explote ella esté dispuesta a ayudar.

Detengo mi caminar y miro al cielo, es un día precioso.

—Yo también lo espero —digo y cuelgo.

Iren

Vaya mañana tan complicada, la cafetería llena de personas, Amara y yo llevando pedidos a las mesas, caigo en mi cama muerta del cansancio.

Al lado de mi almohada está el libro del abuelo y aprovecho para leer un poco.

Para mi bella nieta Iren

Lluvia, el día en que tus padres fueron arrebatados de mi lado y los sometieron a hacer ese experimento llovía, como si el clima supiese lo que estaba por venir. Y solo me quedaste tú, la bebé más hermosa y delicada, ahora convertida en una gran mujer de cabello largo y rubio; como el de tu madre; ojos azules como los de tu padre, y una sonrisa hermosa como la de tu abuela y además de que tienes el encanto de tu abuelo;)

Amulētum Donde viven las historias. Descúbrelo ahora