No dejaré que nada les pase

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Ya llebavamos unos cuántas horas en el yate, Roma se había dormido, Emmett y yo estábamos afuera admirando el mar. Estaba acurrucada en el pecho de mi esposo.

-Rose- me nombró.

-mmm- lo miré.

-te amo- me dijo. Le sonreí.

-también yo- confesé. Nos miramos por unos segundos -tango miedo- dije con la voz temblorosa.

-tranquila- beso mi cabeza -yo no dejaré que nada les pase- esta vez se dirigió a mis labios.

Me senté sobre sus piernas, y empeza a bajar la cremallera de sus jeans negros, el subió mi vestodo hasta mi sintura. Baje su pantalón sólo lo suficiente para sacar su glorioso pene, hizo a un lado mis pantys y me senté lentamente sobre su masculinidad, disfrutando de la sensación de tenrlo dentro. Empecé a mover mis carreras en círculos, gemíamos mientras nustras bocas estaban unidas, empecé a subir y bajar no muy rápido pero tampoco lento. Eso no pareció digustarle, me tomo de la sintura y me ayudó a hacer los movimientos más rápidos. Sentía que me venía. Eché mi cabeza hacía atras dándole acceso a mi cuello, el cual beso, y mordió. Dimos un gemido y nos vinimos al mismo tiempo. Pegué mi frente a la suya eh intente controlar mi respiración. Lo bese nuevamente.

(...)

Desperté, pero no vi a Emmett a mi lado, sólo a Roma. Miré mi celular y aún era temprano las 7 de la mañana. Bese la frente de mi bebé y me vestí. Salí de la habitación que teníamos en el yate y me dirigí a afuera, subi las escaleras y me encontré con Emmett admirando el mar con sólo unos Jeans negros y unos anteojos de sol, el sol empezaba a salir y era un paisaje increíble.

Me acerqué y lo abrace por detrás, planté un beso en su espalda. -buenos días- sonreí. Se volteó y me besó.

-buenos días.- sonrío mostrándome su perfecta dentadura. -estaremos en casa en una hora- me informó.

-¿es seguro?- pregunté desconfiada.

-si, al parecer no lograron meterse a la casa- me dije. Sonreí y volvió a besarme, esta vez me tomo de la cintura y me levanta del suelo, me dio dos vueltas y volvió a bajarme. -ven quiero mostrarte algo- me tomo de la mano.

Subimos otra escalera y llegamos al tercer piso del yate. Era una hermosa vista, el sol se asomaba por debajo del mar, sentí como la paz recorría cada rincón de mi ser.

-es perfecto- susurre. Emmett se posó detrás mío y plantó un beso en mi mejilla.

(...)

-¡Mi casa!- me arrodille en el suelo y bese el piso de mi casa. Emmett río.

-¡Biebenidos!- habló alguien. Levante mi mirada y no podía creer lo que estaba viendo.

-¡mamá!- dije y me lancé a Esme como todo una niña. Ella correspondió mi abrazo. -¿Que haces aquí cuando llegaste?- interrogué.

-llegamos esta mañana- respondió alguien que no era mi madre.

-¡Papá!- corrí hacia el y lo abrace. No es por nada pero tenía un lazo más fuerte con Carlise que con Esme. -No puedo creerlo-mencioné secando algunas de mis lágrimas.

Me voltee y Esme ya tenía a Roma en sus brazos. -Emmett ¿podemos hablar? Quiero que me cuentes todo lo que paso- le dijo Carlise. Emmett asintió.

Pequeña Roma (CREPÚSCULO) Rosalie Hale y Emmett CullenOù les histoires vivent. Découvrez maintenant