Last Piece ▪︎ GoYuu

Sensaciones.

Aun si los de la otra tribu no podían entender aquel grito, ella entendió perfectamente que podían hacer su retirada.

Habían encontrado a uno de los involucrados.

Vocifero un gruñido cuando una de las flechas rozó mejilla, la pinzón esculléndose rápidamente por la ramas tras haber conseguido esa pequeña ventaja.

>> Oh no, no te escaparas.

Sabía muy bien que el hecho de que esa escurridiza ave se fuera volando implicaría su derrota.

Aun con todo su entrenamiento, no podían ir de frente contra el alfa de la tribu Filozof. Pese a que era un vejestorio -y no exageraba, ese hombre seguro tenía mas de sesenta años-, seguía dotado de una fuerza que honraba su título.

Por ello, saco a relucir la agilidad que le daba su porte, saltando entre las ramas con el único fin de cazar esa ave. Pues sí, dicha rubia ya había tomado su forma animal, una que le daba ventaja en el camuflaje y escondite ante su diminuto tamaño. Una vigía perfecta a la vista de cualquiera.

>> Pero no para mí.

Una sonrisa surco sus labios, una que no se distinguió debido a su forma actual. Demostraría que la ventaja del aire no era un impedimento.

Que, en esa batalla predestinada por la naturaleza salvaje entre felinos y aves, siempre ganarían los felinos.

El crujir de las ramas, el aleteo y fuertes pisadas siendo los sonidos de esa persecución. Las dos mujeres usando su resistencia y clara ventaja del ambiente, una para alejarse e ir avisar de los intrusos. Otra para atraparla y evitar que sus amigos salieran lastimados.

Fue entonces, que el pinzón de Gould, aprovechando la estrechez que se formaban cada vez que ascendían más por la copa del árbol para desviar su curso, yendo hacia el árbol de un costado. Su forma cambiando al instante, tomando el arco que mantenía allí, disparando una flecha directo a la cabeza de la caracal.

Segundos.

Solo segundos tuvo Nobara para saltar y salir del curso de dicho objeto, causando que descendiera varios metros. Sus pies apenas estabilizándose cuando la siguiente horda de flechas llego, el acelerado movimiento de su ser causando que las pocas hojas que dejaba el otoño fueran cayendo.

Solo dio un rápido vistazo a esa secuela de su ajetreo.

Vio su oportunidad de contratacar.

Empezó a exagerar sus movimientos, para cualquiera se vería desesperada, incluso para la rubia que pensaba que ya tenía ganada la batalla.

Nunca iba esperar que cuando fuese apuntar esas hojas café cubrieran gran parte de su visión.

Un arma de doble filo.

Nobara sabia que dicha mujer podría escapar o tratar de matarle cuando el campo de visión entre ambas estuviese intervenido.