Reí con fuerza y un suave tono rojo se instaló en sus mejillas.

—Tch. –rechistó apartando la mirada.

Con la mano agarré sus mofletes, haciendo que sus labios sobresalieran un poco por la presión ejercida.

—Qué bobo... –sonreí antes de morder su labio inferior y tirar de él.

Gruñó y llevé las manos a su pelo, enredándolo entre mis dedos.
Unió nuestras bocas en un suave beso que poco a poco fue subiendo de temperatura. Su lengua jugaba con la mía entre roces y mordidas.

Progresivamente noté una cierta presión sobre mi entrepierna que me hizo jadear y mover mis caderas con suavidad. El pelinegro apretó el agarre sobre mi piel, y paré de golpe al darme cuenta de lo que era esa dureza.

—Mierda, lo siento... –dijo éste tragando con fuerza.

—No te disculpes, no pasa nada. –besé sus labios de nuevo con rapidez– Es tarde, ¿vamos a dormir?

Asintió con pesadez y me levanté. Seguidamente, nos dirigimos a la habitación.

—Ahora vengo, voy un segundo al aseo. –informé entrando al cuarto de baño.

Cerré la puerta y me apoyé sobre ésta. Pasé las manos por mi cara, frustrada, mis ojos pararon en el espejo y me acerqué al lavabo, apoyando mis brazos en él.
Observé mi reflejo atentamente, mi boca tenía un color rojo por la previa sesión de besos y mi cara estaba sonrojada. Tenía las pupilas dilatadas y sentía un calor invadiendo todo mi cuerpo.
Me removí incómoda, notando cierta humedad en mi ropa interior.

No era tonta, sabía que los besos subidos de tono junto a la breve fricción de nuestros cuerpos me había puesto cachonda.
Pero el miedo por la inexperiencia me revolvía el estómago, aún no había tenido mi primera vez y aunque tuviera ganas, me daba respeto.

Sacudí la cabeza, quitando los pensamientos de mi mente.
Dejé correr el agua del grifo, mojándome la cara y el cuello, suspirando al notar la diferencia de temperatura.
Cerré el grifo y me sequé con la toalla, mentalizándome.

Salí del baño y lo vi sacándose la camiseta, giró el cuerpo en mi dirección y me miró. Inevitablemente recorrí todo su torso con la vista, deleitándome con cada músculo bien marcado. La parte baja de mi estómago hormigueó y de forma inconsciente me mordí el labio.
Dios, de nada servía mentalizarme si luego aparecía de esa forma frente a mí.

A pasos lentos me dirigí hacia él, y mi mano repasó su cuerpo, deslizándola entre sus abdominales y descendiendo con parsimonia.
Su respiración se hizo más profunda y tragué con fuerza.
Con suavidad capturé su boca y el beso no tardó demasiado en volverse necesitado.
Agarró mi cintura y sobre la parte baja de mi barriga noté la misma presión que había sentido anteriormente entre mis piernas. Jadeé y bajé una de mis manos al borde de su pantalón, agarrándolo y atrayéndolo más a mí.
Nos separamos por falta de aire, juntando nuestras frentes mientras nuestros pechos subían y bajaban con rapidez.

—Quiero... hacerlo. –murmuré con inseguridad.

—Sabes que no haré nada que no quieras, –besó mi frente– no te presiones.

—No es eso... de verdad, quiero. –me sonrojé.

Levi sonrió levemente, enternecido, y unió nuestros labios de nuevo, esta vez de forma más calmada, disfrutando el momento.
Con sus manos apretó mi trasero y me cargó. Rodeé su cuerpo con las piernas hasta que llegamos donde estaba la cama, y me dejó caer con suavidad sobre ésta.
Se colocó encima de mí, besó mi cuello mientras mis manos se hundían en su pelo. Gemí cuando lamió mi piel y la succionó.
Presionó con suavidad su erección en mi ropa interior y jadeé por el roce, moviendo mis caderas contra él.
Un grave gemido surgió de su garganta y me pareció el sonido más maravilloso del mundo.

Levi Ackerman (One shots) (+18)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin