—Creo que usted y yo no entendemos muy bien —contrarió reticente —. Puedo repetirlo si no me estaba —

—Ya lo escuché —lo detuvo antes de que dijera otra cosa. Su amabilidad y seriedad iban de la mano y su reacción no ayudaba a que ella se calmara.

—Perfecto.

—No creo poder ayudarlo con lo que pide, tal vez sea mejor que busque otra empresa de marketing —aclaró su garganta ante su mirada autoritaria.

Dios ¿Cómo podía intimidar tanto a las personas? Estaba segura que no sería la única que se sentía como un ratón indefenso a punto de ser aplastado por todo el poder que portaba ese sujeto. Si lo dicho por Lea en el evento fuese cierto, estaba ante alguien muy poderoso, y eso conllevaría a una inevitable reacción arrogante ante su negativa.

Prefería no meterse en problemas. Era un pez gordo, claro que sí, pero las consecuencias serían abismales si Antonio supiera de su alianza con ese tipo. Y aunque su novio estaba siendo un completo imbécil, y ella no debía de explicarle absolutamente nada, prefería ahorrarse un buen dolor de cabeza.

No podía negar, de igual forma, que la oportunidad le hacía agua la boca, se le abrirían muchas puertas a su pequeña empresa si aceptaba, pero ¿Qué tanto estaba dispuesta a perder? Todavía debía pensar si escogía un crecimiento impensado o su tranquilidad en su pareja.

—¿Puedo saber el motivo por el que usted decide abandonarme? —inquirió con autoridad y un libertinaje que la dejó sin habla.

Bien, seguro que con su respuesta se daría cuenta de lo tonta que era en comparación a él y toda su experiencia, pero era eso o seguir viviendo entre peleas con Antonio. Y de verdad que deseaba afianzar su relación y dejar atrás todos esos negocios que provocaron discusiones entre ambos.

Lo mejor era cortar de raíz esos encuentros con Emilio, por más profesional que sean, no terminaba de sentirse cómoda ante su presencia, y todo el enigma de su mirada.

—Mi secretaria le hará llegar mis motivos por mail mañana a primera hora —comentó de repente, con lo primero que se le vino a la cabeza para dar por concluido ese tema.

Casi suelta un jadeo de asombro al ver lo que pareció ser una pequeña sonrisa curvar sus labios, al punto de que un hoyuelo se plasmaba sobre su mejilla izquierda. Así como le pareció verla, la misma se esfumó en una milésima de segundo. Le lucía bien, no iba a negarlo, era un gesto que contrastaba con todo lo que él era enfundado en un caro traje.

—Puede decírmelo ahora mismo, no romperá mi ego si eso es lo que la preocupa.

—¿Perdone? —frunció el ceño, descolocada por lo presumido que se veía al rodar los ojos. La sensación era como si pudiese leer su mente y darse cuenta que sus excusas eran tan baratas como poco creíbles. ¿Quién en su sano juicio dejaría semejante oportunidad?

—Posiblemente no se atreva a confesar que el único motivo que impide que su empresa crezca y acepte una de las mejores oportunidades, es por el novio de kínder que tiene —vociferó con tono quedo, sin importarle cual fuese la reacción.

—No me parece respetuosas en absoluto sus palabras, señor...—se hizo la desentendida, mostrando su fingida falta de interés y de conocimiento ante su apellido.

Markov —le aclaró con ese particular acento que llegaba a calársele en la piel.

A él no le hizo falta mirarla demasiado para darse cuenta que era tan transparente que podía intuir cuando fingía.

—Markov, claro. Mi relación no tiene ninguna interferencia en mi decisión, solo resolví no aceptar su oferta. Creo que es lo más sensato, tenemos otros clientes esperando nuestra aprobación y con muchas ganas de trabajar cuanto antes —asintió ocultando su enfado por cómo se refirió a Antonio.

Obstinado poder © (Markov I)Where stories live. Discover now