CAPITULO 21 - Alfheim

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Tardamos casi dos días en bajar de la montaña. Nos desviamos por la frontera, para evitar problemas. Tuvimos que viajar durante semana y media para llegar al llegar a un punto de chequeo fronterizo. Como la vez anterior, decidimos acampar antes de presentarnos y decidir nuestros siguientes movimientos.

Durante el viaje nos habíamos amigado bastante con Eliza. A pesar de su delicado aspecto y usual inocencia sobre lo que al bosque respecta, ella era una intrépida aventurera. Era curiosa y siempre que podía se metía en el agua. No era especialmente enérgica, pero si habladora. Además, era algo mandona [Bueno, eso supongo que es natural habiendo sido vicecapitána en un barco pirata] Aun así disfrutábamos de su compañía. 

Durante la noche cambiamos guardia. Eliza se sentó a mi lado durante casi todo mi turno. No estoy segura de que era lo que esperaba, ya que se veía que quería hablar, pero estaba incomoda o inquieta.

-Yo... emm... ¿Alguna vez... te... e-enamoras... te? Por-porque... a mi-mi... me... Ahj - se mordió la lengua

Al principio intenté entender que quería, pero como no emitió oración con sentido durante una hora, a pesar que yo le preguntaba y trataba de ayudar, me di por vencida. Pasamos el resto de la noche sentadas en silencio frente a la fogata viendo el cielo. Eventualmente la elfa se quedó dormida, por lo que la lleve y recose junto a sus cosas. La noche era tranquila y hermosa. No hacia frio, por lo que apague el fuego. La luz de la luna casi llena y las distantes estrellas eran más que suficientes. Me puse a tararear antiguas melodías de mi tribu y perdí noción del tiempo. Para cuando me di cuenta ya estaba amaneciendo.

Tras desayunar decidimos ir a la frontera. La montaña de los dragones estaba al sur, frente a nosotros zanjaba un cristalino lago alimentado por el deshielo de la montaña. Tras una enorme arcada con una reja de hierro levantada se veía un hermoso prado verde. De los pilares de la arcada se asomaba una caseta. Se abrió una puerta y un elfo en armadura ligera se asomó. Nos miro dubitativo y se nos acercó.

-Bienvenidos al punto de chequeo del lago Cristal. Mas allá de estas murallas se encuentra el país de Alfheim, tierra de elfos – nos dijo examinándonos con la mirada

-Es un placer – se adelanto a hablar Eliza – Mis amigos y yo deseamos ir al puerto de Azuria. Venimos desde la capital, Edelstein –

-Ya veo... Ha sido un largo viaje, imagino – nos dijo comprensivo – entonces necesitaré ver sus papeles, si es que tienen, y cobrarles tres monedas de pata para el derecho de paso –

-Si es así, aquí tiene – Dijo Nick alcanzándole sus credenciales del gremio  –Somos aventureros registrados tanto en Rosenburg y Realm –

-Ya veo – dijo sorprendido mientras todos nosotros le mostrábamos nuestras credenciales.

Incluso Eliza saco una credencial de aventurera de Alfheim de plata. Nosotros sabíamos que era pirata y que había vivido aventuras, pero no sabíamos que estaba registrada en el gremio. Nos acercamos a la caseta y esperamos mientras el guardia corroboraba con otro la veracidad de nuestras chapas. Después de unos minutos se volteó a hablarnos.

-Bueno - dijo devolviéndonos las cosas – Para los tres aventureros de plata la entrada serán dos platas ; y para los aventureros de bronce es de dos platas y cinco bronces –

Asentimos. [Y pensar que nuestra victima de secuestro es en realidad una aventurera de rango plata] Cruzamos miradas, creo que todos pensando lo mismo. Luego pagamos y nos dispusimos a seguir camino. Tras despedirnos caminamos por horas hasta que oscureció. Acampamos a orillas de, lo que llamaban, el territorio sombra. Una zona donde la luz de luna alimentaba a la naturaleza y la magia de oscuridad florecía. Los elfos de este territorio eran mayormente nocturnos, su piel era violetacia y sus ojos tendían a tener colores claros y pupilas grandes por la poca luz. En la antigüedad se creía que eran malvados y que aquella tierra era infértil por numerosas maldiciones de sus habitantes; pero todo que en el pasado. El avance de la magia había dejado en claro que aquellos elfos eran en realidad especialmente habilidosos en la medicina y la magia de oscuridad y tierra. Además, había hierbas especiales que solo crecían en aquellos campos bañados en luz nocturna. Sentía muchas ganas de ir a aquel lugar. Pero ir a investigar seria tomar un desvió poco conveniente. Sacie mi curiosidad con historias que Eliza nos contaba.

Durante tres semanas caminamos rumbo sureste por las tierras de Alfheim, antes de parar en una ciudad. En Earial reabastecimos suministros y pasamos dos noches. Aprovechamos para reunir información. Si bien nos enteramos de cosas interesantes que ocurrían alrededor del mundo, pero no escuchamos nada sobre vampiros. A este punto los hermanos habían decidido acompañarnos hasta Azuria y luego volver al territorio sombra a investigar sobre medicina para su gente.

Volvimos a partir un lunes por la mañana. Había neblina y el cielo estaba nublado. Dudamos un poco si continuar, pero queríamos que Eliza llegue a casa para fines de año, así que no frenamos.

Ese día avanzamos poco. Pasado el mediodía se largó una enorme tormenta. Intentamos continuar con la elfa usando magia de agua para abrirnos paso. Pero íbamos lento y la tormenta se embravecía cada vez más. Encontramos una cueva de topo gigante abandonada y decidimos refugiarnos allí. El olor me era insoportable. Mis compañeros también lo sufrían, pero se lo aguantaban [Nunca creí que odiaría mi buen olfato de canido] Me quede lo mas cerca de la entrada que pude y me forcé a dormir tanto como me fuera posible, lo cual no fue mucho. Por suerte, pasamos la noche sin mayores incidentes. 

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2022 ⏰

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