𝑻𝒉𝒆 𝑷𝒖𝒏𝒊𝒔𝒉𝒎𝒆𝒏𝒕 • 𝑲𝑻𝑯

06

   Hui porque no me sentía cómodo respondiendo a su pregunta. Otro día quizás aparezco y se lo digo pero mientras, me quedaré escondido aquí. De todas maneras necesito su ayuda, necesito buscar pistas que incriminen a mí padre. Ella puede ir a la policía, acusarlo y presentarle las pruebas. Pero pensándolo mejor, no me gustaría que se involucre en eso.

[...]

   Después de pensarlo tanto todo el día, verla como tocaba la guitarra y convivir con su familia, quise mostrarme ante ella de nuevo, así que esta noche la atraeré al ático. Hay muchas preguntas que quiero hacerle.

   Era de noche y comencé a cantar la canción del otro día, con suerte se sentía atraída y venía acá arriba.

— Hola... —dijo tímida tomándome por sorpresa.

— ¿Desde cuando estás acá? —pregunté viendo sus mantas esparcidas en el suelo como un mini refugio.

— Desde antes del anochecer —respondió—. Me siento realmente atraída por tus ojos, tu rostro no lo he podido ver bien.

— Contestando a tu pregunta de la otra vez, no soy un demonio, es más bien, una historia bien larga —ella asintió, se sentó en el suelo y palmeó a su lado en las mantas.

   Me acerqué a ella saliendo de las sombras y la luz de luna bañó mi rostro a lo que ella se cubrió su boca con las manos abriendo los ojos sorprendida.

— Dios... ¿Por qué te mantenías escondido? Eres hermoso, no pareces ni demonio, pareces un ángel —dijo anonada viendo mi rostro.

— Bien, la cuestión es que, soy un espíritu. Morí a manos de mi propio padre quien asesinó a madre, mi hermana menor y a nuestra sirvienta —ella cerró la boca de pronto.

— ¿No aceptaste que moriste? —decía triste pero curiosa—. ¿Por qué estás aquí en esta casa?

— Está era mi casa y si se que morí, pero antes de hacerlo le dije a mi padre que lo vería después de fallecer pagar por lo que hizo —le expliqué.

— Dios que terrible, ni le deberías llamar padre —se abrazó a su misma—. ¿Puedo abrazarte?

— ¿Para qué? —pregunté confuso.

— No lo sé, siento que necesitas un abrazo comprensivo ¿Si te toco mi mano te traspasará? —encogí mis hombros.

— No he abrazado a nadie así excepto a mí madre y hermana antes de irse al cielo —.

— ¿Lo intentamos? —preguntó.

— No lo sé, aún me siento un poco incómodo —ella abrió la boca.

— ¡Oh! Perdón —se alejó de mí, en cierto modo me molestó, pero aún no estoy preparado para el contacto físico.

— No te preocupes —le sonreí un poco para aligerar el ambiente—. Por cierto, he estado viéndote todo el día...

— ¿Hasta en el baño? —preguntó con las mejillas coloradas.

— ¡No! Por Dios, soy un caballero, nunca te espiaría cuando estés en un momento íntimo —con la mano izquierda cubrí mi oreja izquierda por nerviosismo.

— Era broma, se ve que eres un caballero —rió suave.

— Menos mal, nunca te espiaría —
suspiré— ¿Qué es eso que tienes en el bolsillo?

— ¿El qué? —preguntó ladrando la cabeza.

— Ese rectángulo plano que puedes ver cosas en el —le dije señalando a su bolsillo derecho.

— ¡Ah! ¿Te refieres a mi celular? —¿Celular?

— ¿Qué es eso? —pregunté solo conocía los teléfonos móviles.

— Eh... ¿En qué año moriste exactamente? —preguntó curiosa.

— En el dos mil uno. Por cierto que se mudaron nada más que a ese señor se lo llevaron al Psiquiátrico —dije como si nada.

— Eh... Han pasado diecinueve años de eso, estamos en abril del dos mil veinte —.

— ¿He dormido 19 años seguidos? —se encogió de hombros.

— No lo sé. La casa lleva en venta desde hace casi diez años ¿Puedes decirme tú nombre? —preguntó.

— Eh... Me llamaba o me llamo Kim Taehyung —.

— Mi nombre es Yang Aeon, tengo diecisiete años —sonrió.

— Aeon es un nombre muy bonito... Cuando morí tenía diecisiete, supongo que tenemos la misma edad —ella aplaudió.

— Me voy a quedar aquí a dormir contigo, buscaremos en estas cajas información para hacer que pague ese señor por lo que te hizo —ella... ¿Ella haría eso por mí?

— ¿Me ayudarás? —asintió.

— Nadie merecía morir, le haremos que pague con la justicia —sonrió.

— ¿Puedo ver tu cajita? —le pregunté con más confianza.

— Claro —.