2. La (mala) suerte

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Me gusta Hinata, pensó Kageyama, recostado en su cama. Por la ventana, el día estaba tan oscuro como sus ánimos. ¿Por qué, de todas las personas, me viene a gustar Hinata?

Hacía ya un tiempo que él sabía que era gay, y estaba conforme con eso. Pero, oh, cualquier chico habría sido mejor que Hinata. Si se lo ponía a pensar, en verdad, tenía sentido: por muy exasperante que fuera, Hinata completaba una parte de Kageyama que ni el mismo sabía que existía. Era como si lo multiplicara, como si Kageyama, en la presencia de Shoyo, fuese exponencialmente mejor.

También se sentía cómodo cerca de él, aunque eso ya lo sabía desde hacía un tiempo. Si dado a elegir, Kageyama siempre recurría a quedarse cerca de Hinata. En el autobús, por ejemplo, siempre se sentaba con él, porque era fácil estar con el pelirrojo. Con él, nunca había tenido esos silencios incómodos que a menudo perseguían a Kageyama cuando conversaba. En lugares abarrotados, cuando Kageyama se sentía expuesto, se quedaba a conciencia con Hinata, porque era un seguro, un ancla. Era alguien que le sostenía la mano, metafóricamente.

Sería lindo sostenerle de verdad la mano. Se imaginó la situación en la que podía presumir que Hinata Shoyo era su novio, y lo mostraba orgullosamente al sostenerlo de la mano mientras caminaban conversando despreocupadamente.

De pronto, su corazón se sintió ligero y pesado a la vez. Sentía el corazón ahogado, y sentía el corazón como un globo de helio.

Kageyama cerró los ojos y suspiró. ¿Por qué? Detestaba cómo se estaba sintiendo, era completamente impráctico. Cuando pensaba en Hinata, se sentía lánguido, falto de fuerzas y, peor aún, era una distracción enorme. Esto no va a venir bien para jugar al volley.

Y ya bastante malo era que le gustara alguien, pero encima ese alguien era Hinata. Eso suponía muchos problemas, que enlistó:

1. Por supuesto, primero estaba la distracción en el volley. Cada vez que Shoyo le pegara a la pelota, Kageyama se desconcentraría, como ese día. Tobio había entrenado una concentración profesional, pero no confiaba en que sus sentimientos no lo traicionarían. Kageyama lo sabía muy bien: jamás hay que confiar en tus sentimientos.

2. Hinata era su mejor amigo. No sabía cuándo, no sabía cómo, no sabía por qué, pero en algún momento se había convertido en una persona importante para él, a la que necesitaba cada cierto tiempo, aunque no quisiera admitirlo. El caso era que, sabía que era una preocupación un tanto cliché, pero Kageyama no quería arruinar esa amistad única que había conseguido.

3. Hinata no era gay. Al menos eso es lo que sabía Kageyama. Sabía que había tenido crushes menores con mujeres, pero no sabía nada sobre hombres. Aún cabía la posibilidad de que fuera bisexual pero, ¿cuáles eran las chances? No podía confirmarlo.

4. Pasaban todo el día juntos. ¿Cómo iba a contenerse? Cada momento que estuviera con Hinata, sus sentimientos hacia él probablemente crecerían. Sería una real molestia disimular, porque lo tendría que estar haciendo todo el tiempo, y Tobio no sabía actuar.

5. Por último, Kageyama le gritaba mucho. ¿Qué haría ahora? ¿Le seguiría gritando como si nada, o le costaría más, sabiendo que tenía sentimientos románticos por Shoyo? Kageyama no quería que su dinámica cambiara, pero no sabía cómo se sentiría alrededor de Hinata la próxima vez que lo viera. A lo mejor, ya no tendría valor para gritarle, lo cual resultaría anormal a su comportamiento usual, lo cual levantaría sospechas, lo cual podría exponerlo, lo cual...

Kageyama volvió a suspirar, tapándose los ojos con el dorso de su mano. Supuso que no podría descubrir nada de estas cosas hasta que no volviera a ver a Hinata, al día siguiente, así que no le quedaba otra opción más que dormir. Afortunadamente, ese día estaba tan cansado que su agotamiento fue más grande que sus pensamientos, y cayó dormido pronto.

"I'm here" || KAGEHINAWhere stories live. Discover now