BONUS

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Andy sentía como su cuerpo caía en un vacío. Se sentía tan liviano como una pluma y tan libre como un ave. Observaba a su alrededor y solo veía plantas. Estaba rodeado de un verde resplandeciente, de árboles frondosos y flores de colores rosas y violetas decorando el magnífico terreno. El sol posaba encima de su cabeza pero no sentía calor o frío.

Miraba a su alrededor tratando de encontrar algo familiar pero todo era tan hermoso y colorido como para que fuera real. No había nubes que cubrieran la exuberante luz del sol. Andy estaba en el claro del bosque viendo sus pies descalzos, sintiendo las puntiagudas gramas en sus dedos.

Era la primera vez que Andy se sentía solo y se sentía bien. Relajante. Lejos de toda la oscuridad y maldad de la mente humana. Sus prendas eran blancas al igual que su rostro, tan pulcro e inocente.

Alguien comenzó a pasar su mano por el cabello del chico. No era un jalón o tirón, era un masaje, una caricia. Solo una chica podía brindarle esa paz y tranquilidad al peinar su cabello.

Andy estaba paralizado, no pensaba moverse. Esperaba a que ese alguien se diera la vuelta, y así fue. Un cuerpo caminó de sus espaldas hasta estar frente a frente con el chico. Andy no podía contener la felicidad. Lanzo un grito ahogado y la chica rio entre dientes dejando de peinar el cabello del muchacho para posarla en su cuello.

La chica tenía una dentadura perfecta. Sus mejillas lucían redondas como manzanas y sus ojos negros eran tan iluminados que Andy juraba haber visto un arcoíris cruzar por encima de ellos. Su cabello había crecido, largo y oscuro haciendo que su rostro luciera más pálido. Usaba un vestido blanco sin mangas, con forma de corazón.

-Andy -susurró ella con una sonrisa.

Su nombre sonaba como el dulce néctar de las frutas en la noche en su voz.

-Rosallie -dijo él colocando su mano encima de la de ella, la mano que tocaba su cuello-, no sabes cuánto te he extrañado.

-Andy -repitió ella y él no se cansaba de escucharlo-, ¿Qué haces aquí?

-Creí que era muy obvio -dijo Andy alzando una ceja.

-No has perdido tu sentido del humor -dijo Rosallie posando su mano en la mejilla del chico.

Andy no podía soportarlo y con la mano que tomaba la de ella, comenzó a recorrer el brazo de Rosallie. Comenzó por la muñeca, luego por el antebrazo. Estaba helada, ambos lo estaban. Rosallie cerró los ojos sintiendo su tacto con la de ella. Sus bellos se erizaban y por primera vez en mucho tiempo no era por miedo.

Él siguió el camino del brazo de Rosallie hasta llegar a la mejilla de la chica. Era hermosa. Su piel sin impurezas y su cabello negro ondulaba con el viento. Olía a flores. Andy se acercó más a ella eliminando la diminuta línea de espacio que los separaba. Rosallie no se inmutaba, tenía que alzar la cabeza para poder tener un buen panorama de Andy.

-Te amo - dijo Andy con ternura.

Rosallie abrió los ojos viendo los ojos castaños del muchacho. Esa mirada que la cautivó desde la primaria cuando se conocieron, esa mirada seguía surgiendo el mismo efecto que la hacía caer a un vacío dónde extrañamente la oscuridad no era su límite. Era como el país de las maravillas.

Ella colocó ambas manos en el cuello de Andy. No podía sentir su pulso debido a que ambos ya estaban muertos. El viento los zarandeaban pero no era como en los sueños de Andy, donde siempre algo acaba mal, donde la oscuridad penetraba en el ambiente, era todo lo contrario esta vez.

-Te amo -dijo Rosallie finalmente.

Andy fugazmente colocó ambas manos en las caderas de Rosallie, acercó su rostro contra el de ella cumpliendo una de sus más grandes a anhelos en su corazón. La besó. De estar vivo sentiría como su corazón retumba en su tórax velozmente o como la sangre hervía por todo su cuerpo. Pero ese sentimiento que sentía por ella nunca, jamás, iba a morir.

La Clase 10 © [#2 La Clase 09]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora