Como todo un caballero, me dejó en la entrada de mi salón, y para mi mala suerte robó un beso de mis labios, varios compañeros se quedaron viendo y comenzaron a burlarse de nosotros.

En mi asiento, pensaba en como enfrentar el problema con Vicente, era bastante difícil. Supongo que sería más apropiado llamarlo después de clases, así podríamos hablar con tranquilidad.

Aún me preocupaba Joaquín, por cómo reaccionaría. ¿Me espiaría si fuese necesario?.

Sonó el timbre y comenzó la clase. Tomé los apuntes necesarios, pero mi mente vagaba de allá para acá.

Ya nos encontrábamos por terminar el año y pronto los chicos, un curso mayor, se graduarían. Un curso... mayor...

Joaquín esta a punto de ¿graduarse?.

No me había percatado de eso hasta ahora. Pensaba que nos quedaba mucho tiempo, pero el año ya se esta llendo de nuestras manos.

Preferí dejar de pensar en el futuro y me centré en la clase. Unos minutos más y tocaron para el recreo.

Me propuse ir al salón de Vicente con la intención de que habláramos en la tarde.

Fui hasta su salón, donde recibí varias miradas furtivas y malas señas. Gracias a Dios, Vicente estaba fuera de su salón.

- Hola - Le dije cuando llegué cerca de él.

Me sonrió, como era habitual, pude respirar al saber que nadie había comentado algo o se hubiera enterado.

- Buenos días linda - Se acercó para besarme. Como acto reflejo, corrí la cara.

- Necesito hablar contigo hoy en la tarde, después de clases. ¿Puedes?.

- Si, claro.

- Entonces nos vemos - Tomó mi brazo cuando ya me estaba por ir.

- Quédate un rato, charlemos.

- OK, ¿de qué quieres hablar? - Deseaba con todas mis fuerzas que Joaquín no nos viera.

- Pensé que me preguntarías por qué falté a clase - Había estado tan ensimismada en mi tarde con Joaquín que ni siquiera me había detenido a pensar en eso.

- Cierto, ¿Qué te pasó?.

Su cara se tornó seria cuando lo dije. El pobre se sintió ofendido porque no me había acordado de él. Me dió pena.

- Estaba como angustiado. Como cuando te estresas por algún examen. Pero no hemos tenido ninguno desde el mes pasado. Es ilógico ¿no?.

Me sentía más culpable que antes, ¿cómo podría decirle que no quería estar con él si estaba angustiado?  Se sentiría aún peor. No quería ni imaginarme como estaría él.

- ¿Pero estas bien?.

- Supongo que sí. Por lo menos ahora estoy bien.

Se sentía incómodo el ambiente, así que quise irme en cuanto llegué.

- Tengo tarea que hacer, nos vemos después - Me estaba por ir cuando, de nuevo, tomó mi brazo.

- ¿Quieres almorzar conmigo hoy?.

Mierda.

- Lo siento, se lo prometí a mis amigas que hoy iría con ellas.

Algo desanimado, asintió.

- De acuerdo, nos vemos después.

Dejándome ir y con el corazón en la mano, sentía que podía volver a respirar con tranquilidad. Por lo menos por ahora.

Eras Tan Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora