Viernes al atardecer

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Esta última semana ha sido maravillosa, siento como si Almendra y yo nos entendiéramos y una sola mirada nos alcanzara para conectarnos.

Sinceramente, no puedo dejar de mirarla, es como si sus ojos estuviesen perfectamente hechos para ser contemplados.

Debo confesar que desde que me dijo de alejarnos de la cuidad juntas, no he podido conseguir ningún tipo de información extra. Por lo tanto, el rumbo al cual nos dirigiremos este fin de semana es para mí todo un misterio.

- Pero qué tipo de ropa debo llevar?- pregunté por enésima vez a Alme.

- Ya te he dicho, no te preocupes por eso que no nos hará falta- contestó a mi pregunta con una sonrisa pícara.

- Y cómo llegaremos hasta allá?

- Nos llevará mi chofer privado- la miré incrédula.

- No tenes chofer privado!- sabía que mentía, jamás lo había mencionado antes.

- Yo no lo tengo, pero mi madre sí y me lo prestará el tiempo que necesitemos fuera de la cuidad.

- Hablas en serio?

- Claro, siempre lo hago.

Sin duda, Almendra era la persona más misteriosa, si quiero conseguir algo de este fin de semana, es conocerla más. Que me confiese sus miedos y que me cuente sobre su vida antes de que yo llegara a ella.

Esta vez Almendra no me acompañó a casa porque dijo que tenía que ver unos últimos asuntos antes de partir.

Por lo cual me dediqué toda la tarde a preparar lo que llevaría en un pequeño bolso y a ducharme.

Por algún motivo presentí que este fin de semana juntas nos cambiaría a las dos.

El sonido de una bocina aturdió mis pensamientos. Me asomé a la ventana de mi cuarto y vi a Almendra apoyada en la puerta de una limusina. Hizo un movimiento con la mano y bajé corriendo las escaleras.

- Estás completamente loca!- la rodeé con mis brazos.

- Por ti, sí- nos besamos unos minutos hasta que se volvió incómodo dado a que el chofer nos miraba- bueno, vamos que nos espera un viaje de dos horas.

- Perfecto, vamos princesa- por el rabillo del ojo vi que sonreía.

El viaje no fue realmente largo, disfruté cada segundo de la vista. Nunca había visto un paisaje tan bello. Abrí la ventanilla y el aroma a naturaleza nos inundó. Casi parecía como si nos estuviésemos acercando a un bosque, a lo lejos se asomaba un lago.

- Ya estamos por llegar- anunció el chofer.

- Gracias, Rick- respondió ella- sabes a qué hora recogernos el domingo?

- Si señorita Colombraro- wow, la llamaban por su apellido- estaré aquí antes de medianoche.

- Excelente, Rick- de pronto, Almendra parecía mucho más madura- y comienza a tutearme.

- Si señorita.. Almendra- su nerviosismo me causaba ternura- la ayudaré con sus cosas.

Alemendra salió disparada y rodeó la limusina a una velocidad increíble para abrirme la puerta.

Cuando llegamos a la entrada, la vi rebuscar entre sus bolsillos la llave.

- Bienvenida- dijo dejándome ver una hermosa cabaña- a mi refugio del mundo.

- No puedo decir ni una sola palabra- me miró mientras yo intentaba cerrar la boca de lo asombrada que estaba.

Era completamente acogedora, había una lámpara antigua como la que siempre quise. Cuadros rústicos en algunas paredes. Abrió las cortinas y las ventanas, un aire fresco rozó mis mejillas invitándome a acercarme a ver el lago que esperaba pacientemente que alguien nadara en él.

Todo era tan armonioso que de seguro se ganaría el título a la casa de mis sueños.

- Ven, quiero mostrarte algo- me tomó de la mano y me llevó por las escaleras mientras yo grababa en mi mente cada dibujo tallado que había en ella.

Subimos dos pisos y desde afuera no había notado lo inmensa que era esta cabaña.

Se acercó a mí y me tapó los ojos con su mano. Su tacto era delicado y olía a jabón y madera. Me pregunté qué hacía para conservar ese olor siempre.

Oí que una puerta corrediza se abría y cuando pasamos por ella, por fin pude volver a ver cuando apartó su mano.

Estábamos en una terraza donde había un pequeño juego de mesas y sillas, seguramente allí se relajarían luego de un largo día.

Me asomé a la barandilla y Alme me rodeó la cintura con sus brazos, en verdad sus brazos eran mi protección.

La vista mejoraba desde arriba, se podía apreciar el lago rodeado de pinos bajo la luz de un lento atardecer.

Me giró rápidamente y no me sorprendí al ver sus labios sobre los míos. Este momento era indescriptible. El amor que sentía por ella no hacía otra cosa que crecer.

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Holaaaa como están??

Simplemente les quiero agradecer porque falta solo un voto para llegar a las 700 estrellitas :3

Nada de esto pasaría sin ustedes.

Realmente los quiero y son lo máximo. Jamás me cansaré de decirlo.

Amor sin cara [Lésbico]Where stories live. Discover now