🌊 [ 5 ~ Efervescencia ] 🌊

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A sudden jolt, a tender kiss

I know I'm gonna die of this

And that's because...

[ Nothing But Thieves, Impossible ]

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Tú y yo seguimos encontrándonos cada tarde en la playa, sin falta. Es increíble la forma en la que mi corazón late por algo que, en pocas palabras, no es más que una simple rutina.

(Aunque, vaya, ¿quién podría hablar de monotonía cuando se trata de un tritón?).

La misma sonrisa boba de las últimas semanas trepa por mis labios mientras subo la colina en mi motocicleta, divisando el mar a mi derecha y la espuma blanca del oleaje hendiéndose en la arena.

Sé que me estás esperando (tal vez más a tus dangos que a mí), y no puedo evitar el sudor en mis manos, producto de la ansiedad. Por mucho que esté acostumbrado a perder la compostura ante cualquier situación, tanto hilarante como catastrófica (pregúntale a Izumi cuántos dolores de cabeza le he provocado), esto está excediendo mis límites. Y no sé qué hacer con la idea de que probablemente...

«Alguien te echó la soga al cuello. Definitivamente.» La voz chillona, burlona de Obito resuena en mi cabeza. No quiero imaginar la cara de triunfo que pondría si le diera la razón.

Niego con la cabeza. Qué hipócrita de mi parte estar tan seguro de que no quiero herirte ni arruinar nuestra amistad, cuando al mismo tiempo la necesidad de verte, de escuchar tu voz o simplemente tocar tu cabello se acumula dentro de mi pecho como una bomba latente.

El auto de mi hermana está estacionado frente a mi casa. No me sorprende, pienso mientras estaciono la moto y me quito el casco; normalmente Izumi me visita una vez a la semana para verificar que yo siga entero (complejo extraño de hermana mayor). Lo que sí me desconcierta un poco es que haya venido sin avisar, y a esta hora.

—Izu.

—Shisui —Ella, que estaba en el porche de la casa, me observa con una mirada ansiosa y camina precipitadamente hacia mí —. Pensé que ya habías llegado.

Le sonrío, invitándola a seguirme dentro de la casa.

—Llevé a Gaara a la heladería del centro—informo—. Ya sabes, donde venden los sabores exóticos (te recomiendo el de curry, pero lleva contigo al menos dos litros de agua).

—Oh — su voz suena atropellada. Yo dejo la caja de dangos en la mesita de centro y me giro hacia Izumi, enarcando una ceja. Parece preocupada —. Así que, ¿pasaste a dejarlo a su casa? ¿La viste?

—Pues claro, Gaara vive con ella. —encojo los hombros. Mi abogado dice todavía tengo oportunidad de quedarme con la custodia de mi hijo, o al menos la posibilidad de convivir con él más de tres días a la semana. Quien sabe, todo depende los términos legales a los que llegue con su madre —. Tengo que verla aunque no lo desee, hermanita.

Izumi parpadea sin compartir mi risa; sus labios hechos una línea titilante me confirman que algo anda mal.

—¿Ella no te dijo nada en especial?

—No, nada —respondo, dejando las risas a un lado —. ¿Pasa algo, Izumi?

Hay un momento de silencio. Si presto atención, percibo el sonido de las olas. Mis pensamientos vuelven a desviarse hacia ti cuando es obvio que debería prestarle atención a mi hermana.

—¿Pasa algo con la madre de Gaara? -insisto.

Siempre que está preocupada o nerviosa, Izumi no sabe qué hacer con sus manos, así que aferra la derecha a su bolso y con la izquierda se acomoda los mechones que se escaparon de su coleta.

🌊 Umi no itachi 🌊 [ShiIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora