Antes

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23 de octubre del 2014

Prometí que sería la mejor fiesta y lo es. La música está tan alto que apenas puedo oír mis pensamientos, mi vestido es el más brillante y todo el mundo me felicita. En tu cara Clarissa, digo interiormente mientras pienso en mi hermana y río en voz alta. Sin dudas la mejor fiesta del año, y me aseguraré de que nadie pare de hablar de ello jamás.

Busco con la mirada a mi hermanita quien de algún modo desapareció como por arte de magia de mi lado. Probablemente esa perra esté con Clark. No es que me moleste, no la culpo, en realidad deseo poder felicitarla. A escasos metros de mí se encuentra la mesa principal que funciona precariamente como una barra: doce botellas de vodka vacías, dos barriles gigantescos –y créanme que por gigantescos me refiero a increíblemente enormes –una infinidad de botellas de soda y tequila, mi dulce y preciado elixir.

Echo un vistazo general esperando no encontrar a ningún intruso, e interiormente rezo porque los hombres que he puesto de seguridad hayan controlado debidamente la lista de invitados.  No quiero intrusos, no quiero gente desagradable, no quiero que nadie que yo no haya autorizado entre en mi casa. Y, Jesús, espero que este montón de cavernícolas no destruyan mi casa.

Tomo el primer trago que encuentro, y subo por las escaleras a mi habitación. Los zapatos de tacón me están matando y juro que mataría por mi par de converse. "Ser linda, duele" río ante el pensamiento, eso decía mamá cuando de pequeña tironeaba mi pelo al hacerme sus tan perfectas trenzas. Ser linda duele, irónico. Me deshago del vaso de plástico lo más pronto posible, y desde mi lugar puedo ver la puerta de la habitación de mis padres notablemente abierta. Quien quiera que esté ahí juro que le romperé la nariz si ha roto y/o ensuciado algo.

-¿A caso no te has dado cuenta que la fiesta es allí abajo, perdedor? –digo con mi tono más burlón al chico que me da la espalda. Joder, que buena espalda. Me da unos segundos para apreciar la vista y luego se gira. En la oscuridad del cuarto no puedo reconocer bien su rostro, pero es enorme y apuesto que es lindo.

Busco en mi memoria alguna forma de reconocer su silueta, o si siquiera he invitado a alguien como él. Quiero decir, claramente conozco a las personas que he invitado, y créanme que si hubiese invitado a alguien como él lo recordaría perfectamente. Intento ver mejor hasta que me doy cuenta que no me queda más remedio que acercarme a él.

-¿Qué rayos estás haciendo aquí? –digo, algo exasperada. Pero no porque él esté aquí, sino por la chica que está en la cama semi-desnuda. Lo miro por un segundo y me dedico a mirar fijamente a la chica, hasta que entiende mi indirecta y sale corriendo de allí. Tímida.  –Entonces, ¿me dirás quién te ha invitado, o tendré que patear tu culo lejos de aquí?

-Tranquila, gatita. –dice, y quiero matarlo. Literalmente lo digo, quiero estrangularlo. –Pasando el rato, ¿y tú?¿ Usurpando la casa de papá y mamá?

-Que te jodan... -murmuro, y por la sonrisa que se dibuja en su rostro, creo que me ha escuchado. –Sal de mi maldita casa ahora, si no quieres que estropee tu linda carita. –Digo, por alguna razón, furiosa. Joder, en cualquier otro momento habría buscado liarme con él, sin embargo todo lo que quiero ahora es asfixiarlo lentamente. Idiota.

-Ya que insistes... -dice. Lo veo acercarse a mí. Da un paso adelante y yo doy dos atrás. –Puedes joderme cuando quieras, cariño. –Cabrón, murmuro, y cuando voy a dar un último paso la pared me choca y me encuentro acorralada entre un idiota y la maldita pared de la habitación. Luego de esto necesitaré otro trago, o tal vez dos.

Siento sus manos tomar las mías mientras me mira fijamente, y la poca luz que entra del exterior me dan un indicio de lo claros que son sus ojos. Lindos. Enlaza sus dedos con los míos, y se me corta la respiración. Quiero jodidamente hacerle daño por ser tan idiota, pero deseo con desesperación que me toque. Sólo un poco. Toma mis manos, y con nuestras manos enlazadas recorre mi torso hasta colocar mis manos sobre la cabeza. Genial Max, completamente a su merced. La verdad me merezco un premio a ser la persona más estúpida del planeta.

Let me be yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora