6. Juntos de nuevo

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Por fin, llegó el día más esperado para todos: Clara y su familia llegaban ese día a los Alpes.

El día anterior, la familia de Heidi ya se había instalado en la casa. Cuando en la tarde Pedro vino con las cabras, el joven dejó la cabaña cerrada y bajó al pueblo con su esposa, sus hijos, su madre y su perro. Todos fueron acompañados del alegre rebaño del joven cabrero.

Aquella mañana, Tobías y Ana se quedarían en la casa de Dörfli con Heidi y Brígida. Los niños ayudarían a su madre y a su abuela a terminar de preparar algunas cosas, mientras que Pedro se iría sólo con las cabras a los pastos. 

-Toma Pedro. -le dijo Heidi entregándole su zurrón. -Te he guardado los mejores trozos de queso y de pan.

-Gracias cariño. -dijo el joven agarrándolo y colocándoselo en el hombro.

-Adiós papá, nos vemos luego. -dijo Tobías.

-Adiós papi. -dijo Ana.

-¡Hasta la tarde, niños!

Heidi le acompañó hacia la puerta de casa.

-¿Cuando llegan nuestros amigos? -preguntó Pedro.

-Esta tarde.

-De acuerdo, entonces intentaré bajar antes de los pastos.

-¡Estupendo! Los niños y yo prepararemos queso. Todavía tenemos para estos días, pero ya es hora de ir haciendo más y como a ellos les encanta ayudarme ocuparemos la mañana en eso.

-Muy bien. Bueno, yo me marcho ya. -dijo Pedro mientras se colocaba el sombrero en la cabeza. -Nos vemos por la tarde.

-Vale amor, te quiero. -dijo Heidi dándole un beso.

-Yo más, mi vida. -dijo Pedro.

Aprovechando que los niños todavía estaban desayunando, Pedro agarró a Heidi por sus caderas y aprovechó para volver a besarla. Heidi le agarró por el cuello de la camiseta y lo atrajo más hacia ella mientras esta se reía en medio de los besos. Durante unos cuantos segundos se estuvieron dando tantos besos como pudieron.

-Anda, será mejor que te vayas ya, que te estoy entreteniendo mucho. -dijo la joven riéndose tiernamente después de darle un último beso en los labios. 

-Tus besos me pierden, Heidi, lo sabes perfectamente. -dijo Pedro riéndose con cariño. -Pero sí, será mejor que me vaya ya para no hacer esperar mucho a los aldeanos.

-No te olvides de bajar antes.

-Lo haré, descuida.

-De acuerdo, hasta luego.

Ambos se dieron un beso más. Después de eso, Pedro fue al corral a buscar a Campanilla, a Canela y a Traviesa y se dirigió con ellas hacia la plaza del pueblo para recoger a las cabras de los aldeanos. En ese momento, Heidi se dio media vuelta para entrar de nuevo en casa y se encontró cara a cara con sus hijos, quienes habían venido a buscarla para preparar el queso.

-Venga mamá, cáscaras. ¿Hacemos ya el queso o no?

-Ya voy, Tobías. No seas tan impaciente, hijo.

-Es que cuantas más veces haga el queso, mejor le saldrá. ¿A que sí, Tobi? -preguntó Ana sonriendo.

-Exacto. -dijo el niño con otra sonrisa en su pecoso rostro.

-Lo sé, cariño. Venga, vamos a la cocina, ya lo tengo todo preparado. -dijo Heidi.

-¡Estupendo! -exclamó Tobías.

Los dos hermanos siguieron a su madre hasta la cocina. La joven ya tenía la leche y todos los utensilios necesarios para la preparación del queso encima de la mesa.

Heidi y su familia (Libro 2)Where stories live. Discover now