Dejando el orgullo atrás.

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-Oh, vamos Potter. Para hacer las horas más cortas debemos hablar. Te creí más que eso.

Trato de ignorarlo, pero el maldito me mueve muy levemente para poder sacarme del poco ensoñamiento que pude tener en estos ¿Tres segundos? Vaya. Me siento en la cama y me conformo con verlo borroso y confundirlo con el Malfoy que conocí en Hogwarts. Él, por su parte, se sienta en una silla a mi lado. Giro los ojos y, tenso, le devuelvo la mirada. Parece divertirle todo esto. Me muerdo la mejilla interna.

-¿Y de qué podemos hablar? -Pregunto, enojado.

-De lo que sea. Como el-niño-que-sobrevivió-y-venció debes tener muchos temas a coinciderar ¿No?

Odio que me digan así. Todo el mundo lo sabe. Si alguien me dice así es para fastidiarme ¡Ah, pero qué sorpresa! Malfoy tiene esa intensión. Aunque me cueste admitirlo, el hurón tiene razón. Si hablamos se nos harán más cortas las horas. Pienso en qué hablar...

...Y se me viene a la mente aquella vez cuando estaba saliendo del Salón de Menesteres, en quinto año, y me besó de sopetón. En esos entonces él me gustaba y estoy casi seguro que el sentimiento era mutuo. Bueno, no tanto, pero la tensión sexual que irradiabamos era como un fuego que no pensaba extinguirse. Ahora se extinguió.

-Diez puntos menos para Gryffindor. -Me había susurrado al separarse de mí. Con una sonrisa burlona y un aire autosuficiente abandonó la estancia para luego encontarse con sus amigotes.

Me sonrojo un poco al recordar eso, pero al hablar procuro que mi inseguridad no se note.

-¿Qué te llevó a hacer esto, Malfoy? Me refiero a ser un sanador.

Me pongo de nuevo los lentes, para que se aclare la vista de un Malfoy pensativo, con los ojos entrecerrados y endemoniadamente sereno. Esa postura me lleva a pensar que es atractivo. Siempre lo ha sido, pero en este punto se culminó su belleza. Su elegancia no se ha ido, pero no parece exagerada como cuando eramos niños, ahora es tan natural como el respirar.

-Cuando acabó la guerra me encontraron unos de tus fans, Potter. Me hicieron tres Crucios cada uno. Eran cuatro. -Me explicó, y no pude evitar hacer una mueca- Me ingresaron aquí y no tenían ni un cuidado conmigo. -Hizo una voz chillona, imitando a una de las enfermeras- "¿Ya son las seis? ¿Que te toca tu poción? ¡Bah! Eres un mortífago, bien puedes esperar hasta mañana"... -Volvió a su voz normal- Eso me enojó bastante. Me prometí ser un medimago y tratar a todos por igual, y que no importe ni el pasado de la persona ni que hizo, tan solo que la debo liberar de su dolor. Como no hicieron conmigo.

Me quedo callado por unos momentos. El siguió hablando.

-Por eso estoy aquí hablándote en vez de alegarte o Cruciarte, principalmente.

Otro silencio, en el que él se dedica a ver lo interesantes que son los detalles de la ventana. Está igual de incómodo que yo, y lo sé. Algo vibra en su bolsillo y saca un ¿...Celular? ¿...Muggle? El sonríe con cierta ternura en sus ojos y golpea levemente el posabrazos, pero no deja de sonreír. Es como si se hubiera perdido algo. Mi curiosidad le gana mi orgullo y pregunto.

-¿Y esa sonrisa por qué?

-Mi padre está en Askaban ¿Recuerdas? -En su voz no encuentro ni un grado de enojo, tristeza ni que me quiera echar algo en cara. De hecho, percibo amistad, lo que me hace sentir peor aún- Bien. Mi madre salió inocente y pues... Rehizo su vida. Encontró a otro hombre y pues... -Le mostró una foto en donde él cargaba a una pequeña, de cabello castaño y ojos platinados, no más de dos años- me dieron una hermanita. Mi madre me decía que ella quería estar conmigo, pero... bueno. Estoy trabajando.

Miro la imagen con ternura. Ahora realmente parece feliz. La pequeña tiene un mundo mejor en el que vivir a diferencia de su hermano. Luego devuelve el pequeño aparato a los bolsillos de su bata para luego sonreír.

Drarry OneShots.Where stories live. Discover now