Capítulo 4. Collin :p

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Hay solo una persona que me trata bien, que de verdad disfruta de mi compañía y que podrá alimentarme como se debe.

La abuela.

Sé que a estas horas se encuentra trabajando en su peluquería y para mi suerte no se encuentra muy lejos de donde estoy.

En cuestión de minutos me encuentro frente a mi destino. El local está lleno como siempre y para ser franco, no me sorprende. La actitud carismática de la abuela tiende a que su negocio se llene de clientela muy fácil.

La puerta se abre acompañada de una campanilla, indicando mi llegada. La abuela se voltea y me recibe con una enorme sonrisa.

―¡Mi nieto favorito está aquí! ―besa mis mejillas mientras las toma en sus manos.

―Abuela, soy tu único nieto ―le recuerdo.

―Y por eso eres mi favorito ―me inspecciona de arriba a abajo antes de poner mala cara―. ¿Acaso te dan de comer en esa casa?

Las abuelas y sus ganas de llenar los estómagos de sus seres queridos, ¿verdad?

―La verdad es que prefiero el aire, es un alimento muy rico. Deberías probarlo ―bromeo. Ella me da un leve golpe en uno de mis moretones y me encojo de dolor.

―No estoy bromeando, niño. ¿Te sientes bien?

―Sí, abuela ―le aseguro, aunque de verdad no lo estoy.

Me guía hasta donde está cortándole el pelo a una cliente.

―Ya que estás aquí haz algo productivo y córtale el pelo a esta señora, tengo la tienda que estalla ―la abuela me ordena y no dudo en ponerme a trabajar. Miro la cara de la señora a través del espejo y veo el horror en su rostro

―Descuide señora, estoy tan capacitado como ella para atenderla ―le aseguro―. Confíe en mí.

No sé si me cree o no pero el resultado final seguro que la deja boquiabierta. No para de mirarse al espejo.

Que puedo decir, tengo un don para la peluquería.

La abuela me enseñó todo lo que ella sabe cuando tenía diez años. Me encantaba pasar todos mis veranos aquí, escuchando todo el chismerío del barrio y, sobre todo, pasar tiempo con mi ser querido. Además ganaba un par de billetes. ¿Quién podía negarse?

Luego de terminar, la abuela me encarga un par de cortes más y con mucha facilidad los hago. La gente que atiendo es muy agradable, con todas pude entablar una conversación. Y cuando digo conservación me refiero a que me pusieron al día del drama que anda por el pueblo.

Cuando llega la hora de cierre la ayudo con todo lo que puedo antes de sentarnos a tomar un café. La abuela siempre tiene un tarro con galletas guardado y cuando me ofrece un par las acepto sin dudar. Pasamos más o menos una hora hablando. Le cuento sobre la escuela, lo que hice en mi día y más mientras jugamos a las cartas. Me pregunta por los partidos, el equipo y le resumo sin mucha gana todo lo que pasó.

Ya es casi de noche cuando me despido de la abuela. Las calles de Myrtle Beach están casi vacías. Una leve briza corre y con ella el olor a mar. Estamos a un par de cuadras de la playa y no hay nada más que me guste que mirar el atardecer allí.

Decido tomar un desvío y bajo a la playa. Usualmente, los días de semana no se encuentra muy llena y hoy no es la excepción. Llego justo para ver al sol ocultarse detrás del mar. Las olas no son tan grandes hoy pero hubiera sido un magnífico día para venir a surfear.

El horizonte parece una obra de arte. Es una mezcla de colores que crean la combinación perfecta. El rosa y amarillo se encuentran formando un naranja. Las nubes adornan y todo parece una increíble obra de arte, la definición de maravilla.

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⏰ Last updated: Aug 19, 2021 ⏰

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