Capítulo 21: Dos amando a una.

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—Si. Fue raro el "vos".

—Y después nos abrazamos y te dí un besito en la playa.

—Dijiste que era un beso de la amistad.

—Cuando quería que fuera de algo más. Yo sabía que ahí te amaba.

—Ethan...

—Me callo, me callo— suspiro.

—El agua fría te hará bien. Sácate la ropa— giro para no mirarlo.

—¿Por qué me das la espalda?— se ríe.

—Porque sí. Sácatela.

Escucho que se trasbillea y suspiro frustrada.

—Joder. Ayúdame que me caigo enana.

—Mierda Ethan— musito. Volteo.

Le saco la remera. Él como puede y sosteniendose de mis hombros se saca las zapatillas. Le saco el jean y queda en un bóxer. Ahora sí me doy vuelta.

»Termina tú y luego métete en la ducha.

Grito bajito asustada cuando lo siento a todo su cuerpo abrazándome y sus dos manos posándose en mi cadera rodeando mi abdomen.

Su cabeza encaja en mi cuello y lo escucho oler y suspirar justo ahí. Eso me hace tener un escalofrío. Otra vez siento esa cosa rara en mi estómago. Es cuando Ryan me había acariciado la mejilla. El mismo escalofrío y la misma sensación en el estómago ¿Por qué pienso eso?

—Te amo enana— susurra.

Las lágrimas anuncian que van a salir de mis ojos.

—Métete adentro por favor— digo con la voz ronca.

—¿Tú no me amas?— un sollozo sale de mi boca, pero lo tapo con mi mano derecha. Me toma de los hombros, cerca del cuello por la herida y me gira para que quede en frente de él.

Ahora con más certeza no quiero ir a ese viaje. Pensaría en él todos los días. En su corazón roto por culpa mía. Y me duele mucho.

Últimamente todo lo que siento es dolor y confusión.

—Lo siento— sollozo —lo siento tanto.

Lo abrazo como puedo con un brazo, el otro descansando en su pecho por la venda. Él me abraza, y es cuando lloro aún más.

—Por favor, no llores enana— agarra mi mentón para que lo mire.

—Lo siento, perdóname— absorbo por mi nariz.

—¿Por qué?

—Por no amarte como realmente quieres que te ame.

Sus ojos de llenan de lágrimas. Nos volvemos a abrazar. Yo por lo menos le digo que no siento lo mismo que él hablándolo aunque me duela.

Lo que "él" me hizo a mí fue inhumano directamente. Claro, de los dos, siempre fui la más civilizada. Y la más inocente al parecer.

Trato de no pensar y fijo mi mente en mi mejor amigo.

Cuando nos separamos él se saca la ropa interior y se mete sin decirme nada.

—¿Puedes mantenerte de pie?— pregunto.

—Si, no te preocupes— dice bajito.

Siempre lo hice pienso por dentro con nostalgia.

Lo espero afuera del baño. Pongo la espalda contra la puerta y niego llorando. Cuando los abro pego un salto al verla a mi mamá apoyada en la puerta sonriendo dulcemente.

El Miedo De Ámbar #1 Où les histoires vivent. Découvrez maintenant