━ Capítulo 9.

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Daniel estaba moviendo el pie demasiado rápido, mirando con sus grandes ojos hacia todas partes en la sala de espera. Su madre estaba riéndose de su repentina ansiedad, quizás no quería demostrarlo pero podía ver el fantasma de una sonrisa en sus ojos.
No le gustan los hospitales y el hecho de estar en ese momento esperando para una de las primeras citas de su embarazo era abrumador.

—Tranquilo hijo. Todo estará bien. Solo es un control rápido. —rió Lucille.

Al momento en que la calma lo consumió, su postura se relajo, acomodando sus manos en su regazo. Suspiró, buscando más relajación hasta que la una mujer, con una coleta alta y con gafas salió de una habitación para decir su nombre. Miró con con urgencia a su madre, Lucille acomodó su bolso en su brazo, dándole una señal para que se levantará y caminara hacia el lugar donde lo esperaban. Daniel sonrío incómodo, aún demasiado inquieto en el lugar, escuchando atentamente como la doctora le pedía que se sentara, Lucille también ponía atención un poco más atrás.
Las preguntas de la mujer rubia, recayeron en saber sobre el padre, Daniel comento al instante que él no estaría presente. Sin indagar más en aquello, la doctora siguió con su cuestionamiento.

—Bueno, al ser tu primer embarazo es normal que sientas temor por algunas cosas. Te comento. —empezó a decir con su voz de profesional, mientras acomodaba algunos papeles en su escritorio.— Para mí es muy importante saber que tipo de alimentación has tenido. También decirte que en cada prenatal tendré que controlar tu peso y presión arterial. Para que veamos que todo esté correctamente.

Daniel asintió. Luego de más explicaciones, lo mando a hacer análisis de sangre y orina. Para evitar cualquier contra tiempo, que podría afectar su salud. Hasta que llegaron a la parte en la que le haría la ecografía. Tragó saliva, recostándose en la camilla.

Mientras la doctora esparció líquido en su vientre, tomando la máquina que tenía en ella empezó a hablar.

—Aquí podremos ver dónde está. Decirte que aún no es nada, más que una pequeña masa que está ahí. El latido aún no puede percibirse, por ser demasiado pronto.

—¿Es esa cosa de ahí? —preguntó Daniel. Mirando con extrañeza, en la pequeña pantalla algo borrosa, una minúscula forma.

—Sí, esa cosa. —rió la doctora. — Es muy probable que en nuestra siguiente cita, puedas escuchar sus latidos. Y esa mancha pequeña que ves ahí, pronto será algo más. Necesito que te cuides mucho. Te daré algunas recomendaciones. —agregó. Alejándose en su silla giratoria, para acercarse a una libreta, anotando rápidamente.

Daniel tragó saliva, sintiendo seca su garganta. Acomodó su ropa, notando como su madre parecía pérdida mirando la pantalla que ahora no mostraba nada. De pronto comenzó a sonar algo, la doctora, que ahora sería su nueva cara conocida por varios meses, — la doctora Margaret Davis, como había leído después en su insignia—, estaba tomando un papel pequeño, de apariencia negra. Allí estaba la primera ecografía, la sujeto mientras la acomodaba en su sobre, junto a un pequeño dobles de blanco, el Carnet de los controles.

Sostuvo las cosas en sus manos, saliendo rápido de la habitación, guiado por la sensación de comer lo que servían en el Expresso Oriente: Café.

Cariño, ¿Guardo eso por ti? —preguntó Lucille, señalando lo que su hijo sostenía en sus manos. Daniel bajo su mirada, asintiendo.

Mientras caminaban, hacia el lugar donde Lucille trabajaba, aunque esta vez, iría como clienta. El chico camino adelante, con sus pasos confiados, abrió la puerta rápido, entrando.
Lucille miro desde atrás como su hijo caminaba, y buscaba una mesa cómoda en la cual estar. Sonrío. Está no era la vida que había pensado para Daniel, su querido Daniel. Pero nada de lo que al muchacho le había pasado, era exactamente lo que ella deseaba para su hijo.

Cobra en apuros.Where stories live. Discover now