Capítulo 3. - Más. -

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Arthur: Ah.. bueno.. —comenzó a ponerse nervioso, sus mejillas de teñían de un rojo leve—

__________: No me está llamando el director, ¿verdad?

Arthur: No.. — Confesó, cabizbajo.—

____________: Lo supuse.

El chico te miraba nervioso, desviaba sus ojos al pavimento y luego de regreso hacia ti.

Arthur: Me.. Me estaba preguntando si..

___________: Estoy ocupada. —respondió a secas, sin dejarle terminar, pues no era la primera vez que te lo proponía—

Arthur: Si.. me imaginé. — Volvió a agachar su cabeza, decepcionado, triste y desanimado.—

Verlo así no te gustaba, realmente no. Pero eras una chica muy ocupada y que no le era fácil ser amable o sutil a la hora de rechazar gente, de no lastimarla.

Mantenías una casa, con una enferma, debías mantener una beca con un promedio que no podía bajar de excelencia académica. Sumando al hecho de dedicarle tiempo a tu lastimado cuerpo luego de trabajar largas jornadas.

Tu vida estaba saturada de destrozos, y sinceramente no querías llenarte de compromisos que podrían terminar siendo una carga innecesaria.

De cierta forma compartiste los sentimientos del chico durante los primeros días, pero nunca le diste alas a sabiendas que era cruel. Igualmente le hiciste saber en todo momento que lo suyo se limitaba a ser compañeros y a esa noche, no más.

____________: ¿Qué quieres de mi, Arthur?.

No podías comprender su necedad. Tus clientes solían ser pesados, pero después de tres días se tranquilizaban; Sin embargo, Arthur no parecía querer detenerse.

Arthur: Más.

___________: No puedo.

Arthur: ¿Por qué? —Su voz comenzaba a querer quebrarse, aunque se estaba conteniendo. Tus palabras lo estaban lastimando—

___________: Sabes bien porque. Tu y yo no somos iguales, Arthur. Somos tan diferentes que es una locura pensar en que haya algo más allá de una pequeña amistad
—Comenzabas a querer irte. No te molestaba Arthur, pero no te agradaba nada verlo así.—

Arthur: Entonces llámame loco desquiciado.

Se acercó a ti, como un desesperado, aprovechando que tú derecha estaba sujetando tu morral y en la izquierda llevabas un pequeño portafolio, tomo tu rostro entre sus manos y te acerco a él.

Sus suaves labios tocaron los tuyos, no pudiste si no dejarte llevar. Ese hombre te tenía muy mal, era como un elixir que sabías que era prohibido, pero al tomarlo no podías evitar disfrutar de su exquisitez.

Su mano se fue a tu espalda, por tu cintura, acariciando hacia arriba, acercándote a el para poder besarte mejor, abriendo un poco sus párpados y dejando ver aquellas piedras violetas brillando. Admirando, feliz por como te dejabas llevar al tacto.

Sus labios y los tuyos se encontraban y se separaban, repitiendo, reaccionando al sentir sus yemas acariciar tu mejilla y llevar aquellos dedos largos a tu nuca, acercándote con suavidad. Intercambiando sonidos húmedos ante la participación de la lengua del mayor. Su músculo bucal acarició tus sensibles labios, haciéndote temblar. Pidiendo permiso de entrar, separándose apenas, logrando compartir sus tibios alientos.

Soltaste tu morral dejándolo caer con suavidad al suelo, llevando esa mano libre a su pecho, tratando de mantener distancias.

____________: A.. Aquí no. —Miraste a otro lado, con el pulso retumbando en tus oídos y la cara caliente.—

Inesperado. [Arthur x Reader] Where stories live. Discover now