02; Acoso

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Los rayos del sol que indicaban la mañana no eran cálidos, el día había empezado cubierto de neblina y cada vez que se respiraba se notaba un camino de vaho. Amaru le gustaban los días así en casa, no cuando debía ir a la escuela porque su cuerpo estaba en modo hibernación y no podía concentrarse como le gustaría, y más molesto era cuando tocaba a primera hora Educación Física, los profesores no tenían piedad de los alumnos al obligarles a quitarse el chándal.

Sus piernas temblaban aún después de estar por un buen rato trotando, parecía que sus músculos se rehusaban a generar calor y cedían generosos al frío. A su alrededor sus compañeras conversaban y los chicos jugaban fútbol del otro lado de la cancha, como si nada. Quizás no estaba haciendo bien el ejercicio.

Bostezó por décima vez, pensando seriamente en si debía excusarse para no hacer ejercicio. Descartó la idea de inmediato. Sus profesores no eran fáciles de convencer incluso si te arrastrabas ante ellos, y ella lo que menos le gustaba era perder energía en tonterías, congelándose de paso.

—¡Deténganse, por favor! —escuchó al dar una de tantas vueltas, sin evitar espiar de soslayo la escena.

—Ya te dije, danos tu dinero y esto acabará.

No pertenecían a su salón, no los reconocía. Se aseguró por el color de sus corbatas que eran de primer año, unos críos apenas y ya se creían con la autoridad de atormentar a quien quisieran. Pero no era de su incumbencia y siguió su camino, recordando de golpe lo sucedido el fin de semana. Las palabras de su madre se repitieron como disco rayado, y la imagen de la UA se instaló en su mente por un buen rato.

"—Amaru, te inscribí para el examen de la Yūei.

Su alma casi se le escapa del susto, y no pudo evitar que su cuchara acabara en el suelo. Sus hermanos estaban abriendo la boca a más no poder.

—¿C-cómo? —preguntó nerviosa.

—¿¡Amaru en la Yūei!? —gritó Lex exaltando a su madre cuando golpeó la mesa.

—¿En serio, mamá? —siguió Seshiru usando ojos decepcionados.

La mujer soltó un suspiro mientras dejaba el sartén encima de una pieza de madera.

—¡No saquen conclusiones apresuradas! —dejó sus manos en su cintura, frunciendo el ceño—. ¡Amaru dará la prueba para ir al departamento de educación general!"

Dio un suspiro exhausto. Antes de seguir carcomiéndose la cabeza, la clase fue detenida abruptamente por un silbato. Todos acudieron de inmediato como si fueran animales entrenados. Junto al profesor de deporte estaba uno de los inspectores, su mirada siempre amigable ahora tenía un aura tenebrosa, causando incertidumbre a los alumnos que se preguntaban qué era tan importante como para que eso le pasara.

Carraspeó antes de hablar en un tono alto, sus manos en la espalda le daban una imagen de autoridad.

—Supongo que habéis notado la ausencia de Mokkubo Tamiatsu —asintieron en respuesta después de fijarse bien—. Bien. Desde que se les da la bienvenida a esta escuela dejamos en claro que nos gustan que se respeten las reglas, y así mismo, que se respeten los unos a los otros —Amaru alzó una ceja sin entender a qué iba el punto. No era común recibir estas charlas solo porque sí, y una que es para una clase en vez de todas—. También muchas veces los llevamos a charlar para tratar temas por los que pasan adolescentes, y cada uno se comprometió a hablar con un adulto si algo sucedía —sus ojos se agudizaron. El inspector estaba muy serio pero dudaba de sus palabras. Ella estaba comenzando a sospechar. Sus instintos le decían algo—. Esta secundaria vela por su bienestar, les tenemos psicólogos por si los necesitan, enfermera, e incluso los mismos profesores siempre estaremos dispuestos a escucharlos, entonces.... —el señor alargó un suspiro mientras se quitaba sus gafas—. ¿Por qué deben ocurrir este tipo de cosas? —murmuró y volvió a colocárselas, arrugando el entrecejo—. Su compañero se encuentra actualmente hospitalizado por intento de suicidio.

W E A K // BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora