Capítulo 116: Desquitarse

Comenzar desde el principio
                                    

–Tengo entendido que tus amigos, los dos príncipes, le contaron algo de tu historia y le gustaría conocerte.

Harry nunca respondió a ese comentario, porque notó que dos formas gigantes tomaban posición al final del pasillo entre las largas mesas, impidiendo que él y Severus salieran del salón. Vernon y Dudley estaban frente a ellos. Vernon parecía enojado y amenazador, su rostro se ponía más rojo a medida que pasaban los segundos, sus manos fornidas se doblaban en puños. Dudley tenía esa mirada que a menudo tenía, más sádica que amenazante, cuanto esperaba poder ver a Harry recibir un buen golpe de su padre.

Severus también notó lo que estaba pasando, y tan pronto como vio a Petunia acechando tímidamente detrás de los dos gigantes, supo quiénes eran. En la mesa principal, Sirius y Remus habían visto a los tres Dursley moviéndose hacia la mesa de Gryffindor donde Harry y Severus estaban hablando. Cuando la multitud en la sala comenzó a disminuir, comenzaron su propio paseo rápido entre las mesas. Ninguno de los dos estaba muy seguro de hacia dónde se dirigía esta confrontación, pero querían estar allí en caso de que se necesitara su ayuda.

Severus se erizó ligeramente y se acercó un poco más a Harry, para que Harry supiera que estaba de pie a su lado. Por mucho que le encantaría hechizar a esos dos en grandes trozos de materia rezumante en el suelo, sabía que no podía. Sin duda habría Aurores involucrados. Albus objetaría. Probablemente incluso molestaría a Harry por razones que nunca entendería. Y uno tenía que considerar cómo reaccionarían los otros muggles recién despertados al ver a dos de ellos siendo convertidos en lodo. Pasara lo que pasara (y Severus juró en silencio que habría represalias aunque no fuera en ese momento en particular), no se les permitiría dañar a Harry de ninguna manera. Severus disfrutaría matándolos, pero tenía que dejar ese pensamiento a un lado. No se les podía permitir hacerle ningún daño a Harry.

Harry y Severus continuaron su paseo hacia las puertas, junto con Sirius y Remus. No se pronunciaron palabras cuando los dos los alcanzaron, pero en un intercambio silencioso entre Severus y los dos, se entendió claramente que iban a proteger a Harry.

El cuarteto se detuvo cuando estaban a un poco más de dos brazos de distancia del voluminoso dúo que estaba hombro con hombro para bloquear su camino. Con mucha calma, Harry asintió con la cabeza a sus familiares y habló en voz baja pero con seguridad.

–Tío Vernon, Dudley, bienvenidos a Hogwarts. Por favor, háganse a un lado; tenemos que salir del Gran Comedor.

Fue Vernon quien respondió, con una amenaza sin aliento.

–No lo creo, chico. Tienes que dar algunas explicaciones. ¿Por qué mi hijo y yo nos quedamos dormidos durante meses? Eso debe ser algo que hicieron los monstruos. ¿Por qué fuimos traídos a este lugar abandonado por Dios? Sabes lo que siento por los monstruos como tú, entonces, ¿cómo te atreves a traer a mi familia a un lugar absolutamente plagado de ellos? ¡Te mostraré lo que pienso de ti y de este horrible lugar! –Vernon se estaba calentando, se irritaba cada vez más y comenzaba a perder el control. La saliva estaba empezando a acumularse en la comisura de su boca y salía a medida que su invectiva se hacía más fuerte. Siguió doblando sus manos en puños.

Pero su decisión de hacer un movimiento hacia Harry fue su mayor error del día.

Con un perezoso movimiento de su mano, Severus hizo que Vernon se detuviera en seco, volviéndose casi púrpura mientras farfullaba impotente. Harry sospechaba que Severus le había hecho algo a las vías respiratorias del tío Vernon, pero para cualquiera que mirara, el hombre parecía estar al borde de las lágrimas, jadeando para controlarse. Dudley no parecía dispuesto a abandonar por completo su propia postura amenazadora, pero miraba con incertidumbre a su padre y no estaba seguro del por qué había abandonado lo que se había perfilado como una gran diatriba. Petunia continuó flotando detrás de ellos, sin estar segura de qué había causado que Vernon se detuviera en medio de su perorata.

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora