Capítulo 3

3.7K 308 86
                                    


Dos años más tarde

Christopher Vélez

Habían pasado dos años desde el- nunca mejor dicho- inolvidable viaje a Marbella.

Hacía tan solo un año que me había casado, aproximadamente. Y hoy, nos encontrábamos todos en Italia para poder asistir a la boda de Joel y Fiamma.

Al menos ellos si se casaban por amor.

—No me puedo creer que esto esté pasando. — dijo Joel con los ojos aguados—. Diablos, me voy a casar...

—Eso parece, Pimentel. — murmuré divertido.

Se casaban por la iglesia, lo tradicional iba con ellos. A mí también me hubiera gustado casarme así... Pero mi mujer insistió en casarse solamente por lo civil.

Necesito dejar de comparar, y más si tengo en cuenta cuanto amor desborda su boda...

—Si me pongo a llorar más os vale no reíros de mi, hijos de puta. — dijo señalándonos con su dedo índice.

—No, no... Eso no pasará. — dijo Erick—. Ahora corre, no vaya a ser que sea la novia quien esté esperando por ti.

Joel abre los ojos sorprendido y nosotros no hacemos más que reírnos. El hombre está nervioso, con razón.

Gracias a Dios, todo salió como lo habían planeado, tanto la boda como la celebración. Y es que había sido un tremendo éxito.

Los novios se encontraban bailando el típico vals, mirándose el uno al otro como si no existiera cosa más hermosa en el mundo.

—Oye, estaré fuera fumando un cigarrillo. — le aviso a Richard.

—Voy contigo, aquí solo me recuerdan lo solo que estoy. — dijo riendo.

Ambos salimos juntos al exterior, saqué la cajetilla de Malboro de mi bolsillo y tras tomar un cigarro con mis dedos se la extendí a Richard, quien no dudó en tomar uno también. Acto seguido saqué el mechero para prenderle fuego a ambos.

Al parecer no estábamos solo en el exterior, una chica caminaba por allí con un niño pequeño en brazos. Supongo que haciéndolo dormir o sabe Dios que cosas, no es como si yo entendiera de niños.

—¿La conoces? — preguntó Richard tras darle una larga calada al cigarro.

No respondí, quedé con la vista fija en ella por unos instantes más hasta que una nueva persona se agregó al plano.

Ricky Méndez, un empresario de España que de no ser por sus conocidos no habría llegado a nada.

Parecía enojado, por su lenguaje corporal y por cómo le alzaba la voz a la chica.

—Alguien amaneció bravo. — murmuró Richard alzando sus cejas.

Yo fruncí mi ceño, que bravo ni que nada, esas no eran formas de hablarle a una mujer.

—Estoy muy tentado a llamarle la atención. — confesé dejando el cigarrillo en mis labios.

El niño que estaba en su brazos empezó a llorar, Ricky maldijo en voz alta antes de sacarlo de sus brazos y dejarlo en el suelo. Pero este no se mantuvo de pie demasiado tiempo, al segundo paso que dio se cayó. Nuevamente empezó a llorar.

—Si es que serás inútil. — dijo poniendo los ojos en blanco.

¿Acababa de llamarle inútil a un niño de apenas un año?

No aguantaba más.

No.

—¿Se puede saber qué cojones te pasa? — pregunté alzando la voz para que él me escuchara.

Fue rápido en mirar en mi dirección, al igual que la mujer que estaba a su lado.

Esa mujer.

Podrían haber pasado dos años pero mujeres como ella no se olvidan por mucho que pase el tiempo.

"La prometida de Ricky Méndez. —dijo con una sonrisa amarga en los labios.

—Creo haber preguntado quien eras tú...

—Cyara Ross. — dice por lo bajo."

Oh, el ángel de Marbella.

—Esto no va contigo, Vélez. — dijo Ricky haciendo un gesto con su mano para restarle importancia.

Mi mirada baja hasta el pequeño niño, sus grandes ojos se fijan en los míos por un instante. Su dedo pulgar estaba en su boca, su labio inferior era un poco más carnoso que el otro.
Sin embargo, el color de sus ojos es lo que llama mi atención.

Su madre tiene los ojos verdes, su padre los tiene azules... ¿Por qué él no los tiene de ninguno de esos colores?

A no ser que...

—No es su hijo. — murmuré por lo bajo, Richard me miró antes de reír.

—Claro que no, Cyara se embarazó de otro hombre... Eso ya lo sabe todo el mundo. — dijo él antes de tirar el cigarro acabado al suelo y pisarlo—. Voy a dentro, ¿tú vienes?

—Voy en un minuto.— informé.

Volví la mirada a ellos, Ricky tenía una de sus manos agarrando el brazo de Cyara mientras que ella me miraba a mi. Sus preciosos ojos verdes estaban fijos en, nada más y nada menos que en mi.

Sé que hace tan solo minutos él me dijo que eso no iba conmigo. Pero estaba claro que si iba conmigo cuando ese niño podría ser mi hijo.

¿Podría?

Maldita sea, lo era.

Las fechas cuadraban... Y él era jodidamente clavadito a mi.

Tiré el cigarrillo al cenicero y expulsé el humo por la boca, antes de acercarme metí un chicle de menta en mi boca.

—Compórtarte.— lo escuché decir entre dientes, sin sacar su mano de encima de su cuerpo.

—Buenas tardes. — saludé.

—Buenas tardes, señor Vélez. — respondió Ricky—. Mis felicitaciones a su amigo, su boda ha estado increíble.

—Puedes dárselas tú, estoy seguro que Joel estará encantado de oírte.

Porque yo no.

Él rió, como si lo que dijera fuera un chiste o algo por el estilo.

—Creo que a la última boda a la que asistí fue a la nuestra, ¿verdad, cariño? — cuestionó sonriente mientras miraba a Cyara.

—Si. — se limitó a decir.

¿Tanto has cambiado, Cyara?

Cuando nos conocimos eras más habladora.

—¿Y tú, Vélez? — preguntó.

—¿Yo qué?

—Tu esposa... ¿Está dentro?

¿Y a ti que te importa?

—Ella está en Estados Unidos, Fiamma no quiso invitarla a la boda. — dije con una media sonrisa en los labios.

Y es que así era Fiamma...

Si alguien no le caía bien no iba a fingir que si lo hacía.

Mi mirada viaja nuevamente hasta el niño, van a pensar que se lo quiero robar o algo por estilo de tanto que lo miro.

—Él es Zaid. — dijo Cyara con una pequeña sonrisa en los labios.

Una sonrisa que se borró cuando su esposo hizo presión en el agarre de su brazo.

Tengo muchas ganas de darle una hostia...

Compórtate, Christopher...

Él es rápido en cargar al niño en brazos e impedirme que siga mirándolo.

¿Qué pasa, Ricky, ahora no puedo ni mirar a mi hijo?

Magnate VélezWhere stories live. Discover now