Hay victorias que se esconden con sabor a derrota. Si detallo las razones, todas podrían caber entre los sinónimos de desespero y olvido. El blancuzco de la hoja que tengo enfrente, refleja que el centro de mis ideas se encuentra disperso entre los límites de un abismo lleno de miedos.
La indiferencia que pueda proseguir a una mueca de apatía, puede engañar al resto pero traiciona mi propio sentir. Evado la responsabilidad... al mismo ritmo que evado el alcance que tiene su presencia sumergida, en la concentración, que la hace llevar sus manos a la boca. La seguridad de su discurso solo reafirma aquello que se venía insinuando, una mirada que no encuentra una ruta hacia mis ojos. Y la observo en silencio, prefiero beber de mi vaso, adormecer los sentidos... el licor es insuficiente, pero basta para embriagar esa idea de haber cambiado la forma como la ven mis ojos.
Siento la molestia de caminar en piedras con pies desnudos. Siento que estorba tenerla enfrente, verla sonreír y evadir su mirada. Pues si los ojos son la ventana del alma, no quiero que descubra como ahora acabo de llenarla. Contengo la respiración ante un momento de irrealidad, la tomo de su brazo y al acercarla a mi pecho, el abismo me arrastra con todos mis miedos.
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Diario de un hombre moderno
AventuraTe cuento la cotidianidad de un "hombre moderno" que aprendió: es más fácil fingir que ser. En cada capítulo abordaré esa perspectiva que incomoda publicarla... por miedo a los juicios de quienes se creen correctos.