Toda la habitación está destrozada; los sillones rajados, el mueble de los libros esta tirado en el suelo junto a ellos. La computadora, lápices, archivos en vez de estar en el pupitre se encuentra destrozados en el suelo. Miro al hombre que se encuentra sentado al frente de mí, tiene una botella de vodka en su mano, el me mira y sonríe.

—Mira quien se unió a la fiesta, mi querido hijo—habla mi padre, mientras se toma un trago. En nada se parece al hombre que recuerdo de niño, ese hombre era amable, feliz, no tomaba, amaba a su familia, en cambio el que este solo vive amargado, grosero, es alguien que solo trabaja y se dedica a tomar para olvidar sus penas, es alguien que ya no reconozco.

Me acerco a él para quitarle la botella, pero no me lo permite.

— ¿No crees que ya es suficiente?—le pregunto. Él comienza a reír como un desquiciado.


—Nunca es suficiente—habla y vuelve a tomar otro trago.


—Ya has tomado de más—le digo tratando de quitarle otra vez la botella, pero no lo logro.


—He dicho que no. Nadie viene a mi casa a mandarme—dice. Respiro lentamente, siempre es lo mismo. Me alejo de él y me siento en unos de los sillones que se encuentra en la esquina, uno que no esta tan dañado.


— ¿Crees que a ella le hubiera gustado verte así? —le pregunto.


—No sé y ¿sabes por qué? Tu maldita hermana la mato—habla con desprecio. Algo en mi pecho se oprime.


—Sabes que lo que paso fue un accidente—digo. Él vuelve a reír.


—la muerte de Sonia no fue un accidente, Sofía la mato—comenta. Lo mismo que ha dicho todos estos años, lo único que habla cuando estoy con él.


—Eso es mentira ¿cómo puedes hablar así? Sofía es tu hija—expreso.


—Esa maldita, desagraciada asesina, no es y nunca será mi hija, ella murió para mí el mismo día que murió tu madre—habla con rabia. Me levanto del sillón y me vuelvo acercar a él.


— ¿Por qué sigues haciendo esto? Solo logras destruirte a ti y a mí—estoy tratando de controlarme.


—Si no quieres escuchar lárgate y nunca vuelvas, eso era lo que tenías que hacer desde hace años—se levanta y quedamos frente a frente.


—no sabes cómo odio en lo que te transformaste, cuando más te necesite te alejaste de mi—una lagrima comienza a bajar por mi mejilla derecha.


—Eres un maldito desagradecido, yo te he dado todo y así me pagas, reclamándome—escupe con rabia.


—Solo haz tratado de llenar mi vacío con dinero, pero eso no es lo que he necesitado todos estos años, te necesitaba a ti, mi padre—hablo.


— ¡Lárgate de mi casa! —me mira con los ojos rojos, su aliento me embriaga.


—Mi madre nunca volverá—le digo, sin esperarlo su mano impacta con mi mejilla, me pega una cachetada que hace que me tambalee un poco.

— ¡Lárgate de mi casa ahora! —grita. Lo miro con lagrima es mis ojos, sin decir nada más salgo de esa habitación, me duele la mejilla donde me pego. Bajo rápido todas las escaleras, me dispongo a salir cuando me escucho que me llaman.


—Joven, Tyler—me detengo, Tomas se acerca y mira mi mejilla.


—Su padre le ha pegado, cuanto lo siento, no lo debí llamar—parece apenado.


—No tiene que disculparse. Por favor cuídalo, deja que se duerma, yo vendré cuando las cosas estén más calmadas y no le cuente nada a Tany, no quiero que se preocupe—Prefiero que no le diga nada, aunque sé que si ella se lo propone terminara sacándole lo que sucedió a su padre—. Y por favor déjeme de hablar con tanta formalidad, después de todo somos familia.

—Tu madre estaría orgullosa de usted—sonrió con tristeza y salgo de la gran mansión. Camino y subo a mi auto, las manos me tiemblan, las lágrimas comienzan a caer como lluvia en octubre. No otra vez, este sentimiento de miedo, rabia, dolor, tristeza me vuelve a consumir. Tengo tiempo que no me volvía a pasar,

¿Por qué te fuiste? Me abandonaste en esta vida de sufrimiento, le digo a la nada. Las lágrimas son mi único consuelo.

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Anoche me quede una hora afuera de la mansión de mi pare, no podía manejar, estaba congelado en un vacío donde no sentía nada, era como estar en una caja de la cual no podía salir.

Cuando pude manejar regrese al departamento, marque el número del el que me había llamado Sofía necesitaba escuchar su voz, nadie contesto. En toda la noche no pude dormir, mi mente repetía una y otra vez el día de la muerte de mi madre, cuando callo y cerró sus ojos para siempre.


—Hola, amor—me saluda Tany, sentándose a mi lado. Estoy en la cafetería de la universidad, como no pude dormir apenas que comenzó aclarecer me vestí y vine, almenos este lugar me ayuda mantenerme ocupado.


—Hola—me acerco para darle un beso, pero ella se aleja y se me queda mirando. Pode su mano en mi mejilla, ya sé que mira.


— ¿Qué te paso? —me mira a los ojos. Anoche sentía un pequeño ardor en mejilla, me mire en el espejo y me di cuenta que tenía una herida pequeña, pero se podía notar, ya que mi piel es clara, la zona de mi herida se puso roja; creo que por eso Marcos también se dio cuenta de que mi tarde me había lastimado.

—Fue un accidente—sé que no se lo va a creer.

—Deja de mentirme, te conozco—sé que ya está preocupada.

—Te estoy diciendo la verdad—yo no quiero que ella se preocupe más de lo que debería, es mi novia, pero no debe estar tan pendiente de mí.

—Está bien te creo—suspira, se acerca y me da un beso tierno en la herida—. Para que se borre—sonríe.

—Mañana ya no se notara—sonrió. Me levanto, agarro mi mochila—ya me tengo que ir, tengo que buscar a Zeth para nuestra presentación.

—Bueno, esperare a las gemelas—le doy un beso antes de irme.

My Destiny  (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora