Llamada via Chimenea

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Después de unos días Draco parecía estar bastante distante y todos a su alrededor podían notarlo porque no se detenía en los pasillos a atosigar chicos, no acudía al comedor a la hora indicada si no hasta mucho mas tarde para tomar algo de comida y regresar a su habitación privada, evitando la sala común, se sentía de alguna forma solo pero al mismo tiempo no quería la presencia de nadie a su alrededor, el rubio sabia a que se debía que se sintiese así pero aun así no planeaba hacer nada al respecto, solo necesitaba unos cuantos días para arreglar todo el desastre que estaba sucediendo en su cabeza y en su corazón, odiaba tener una ola de sentimientos acumulados, solo deseaba bloquearlos y olvidarse de ellos.

Entre tanto un pelinegro chico de ojos color esmeralda, de tes un tanto morena y con un aspecto bastante atractivo para varios se encontraba de un muy buen humor después de tanto tiempo, si bien su hombro estaba casi completamente recuperado después de aquella extraña caída de su escoba en pleno partido de Quidditch, como era de esperarse todos estaban ansioso por ver si la estrella de Quidditch regresaba una vez más a un partido ahora contra Ravenclaw, sería un buen partido amistoso y sin ninguna clase de trampas, Gryffindor y Ravenclaw se llevaban bien por naturaleza y solían entrenar juntos, era muy divertido entre jugadores y los espectadores también se entretenían mucho al ver lo animado que era el juego, pero mientras todo el mundo le repetía constantemente al chico de oro lo felices que estaban porque este volviera a jugar en la cabeza de Harry solo había un pensamiento rondando, y era el hecho de que Draco Malfoy había ido aquel día a la enfermería y había parecido ser una persona atenta, hablo sin un solo rastro de molestia y con el corazón abierto, había ido a ver a Harry, y el pelinegro no lograba entender por qué pero se sentía demasiado interesado en aquel rubio de ojos grisáceos que le había enseñado un lado que jamás había visto de él.

Esa misma noche en Hogwarts todo parecía estar tranquilo, el clima era cómodo y acogedor, todo el castillo estaba en silencio y con unas cuantas velas encendidas, Harry amaba estar en el cómodo sillón frente a la chimenea que se encontraba en la sala común de Gryffindor, a las 2 de la mañana ya no había nadie ahí, ya todos parecían estar dormidos y el pelinegro aprovechaba estos momentos para alejarse un rato del bullicio de la gente que siempre le rodeaban y poder escuchar sus pensamientos, en su fino cuello traía una bufanda de color amarillo con franjas negras y el inconfundible emblema de la casa de Hufflepuff, ya tenía mucho tiempo que Harry ni si quiera la tocaba pero en ese momento necesitaba el olor de Cedric.

Así que sentado en el sofá con las rodillas dobladas y envolviéndose entre el aroma de Cedric que la bufanda desprendía, prendió la chimenea con un ligero movimiento de su varita contactando a las dos personas que más amaba en el mundo a sus padrinos Sirius y Remus, necesitaba oír sus voces que siempre lograban tranquilizarlo además de necesitar un buen consejo de parte de ellos, tal vez solo era desahogarse un poco o poder contar lo que lo ha mantenido tan distraído, apenas se estaban acomodando sus pensamientos para saber cómo externarlos cuando escucho la inconfundible voz de Sirius Black resonar en la habitación, el pelinegro dirigió su mirada de inmediato a la chimenea y sonrió al ver el rostro de su padrino y justo al lado la de Remus que sonreía con esa paz que solo el podía expresar.

-Cuanto tiempo, creí que ya te habías olvidado de estos dos viejos magos que esperan ansiosos tu llamada- como siempre Sirius hacía expresiones exageradas mientras Remus torcía los ojos y reía -Habla por ti, yo no estoy viejo- Harry solo se limitó a reír y a soltar un suspiro que ni siquiera sabía que tenía atorado, sus padrinos lo hacían sentir un pequeño niño, lo hacían sentir amado y sobre todo siempre lo hacían sentir tan tranquilo, como si nada a su alrededor tuviera importancia -Lo lamento, he tenido muchas tareas últimamente- era cierto, en parte, porque la otra verdad era que el pelinegro había tenido la cabeza en las nubes la última semana.

Quedate conmigo(Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora