Una Decisión

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Había pasado ya unas cuantas semanas desde lo ocurrido en clase de pociones, ninguno de los compañeros de Harry comentó algo al respecto, y aquel rubio que lo había visto en su peor momento tampoco se había acercado al pelinegro.

Harry estos días no se veía bien, dormía poco y apenas tocaba su comida, llegaba tarde a clases, el comportamiento que este presentaba comenzaba a ser alarmante, sin embargo, en todo momento estaba sonriendo, y a pesar de no irradiar la alegría con la que frecuentemente llenaba a la gente tampoco se podía percibir una energía negativa, Draco se limitaba a observar a Harry de lejos como lo había hecho los últimos años.

El corazón de Draco desesperadamente pedía acercarse al moreno, pero el resto de él tenía miedo, algo muy común en él, todo lo contrario al pelinegro, quien siempre reflejaba una valentía impalpable, siempre con la cabeza levantada y de frente enfrentaba cada situación que se le presentara, por muy aterradora que fuera, esa era una de las causas que hacían que el rubio estuviera tan enamorado del chico de oro, debía ser igual de valiente si quiera acercarse a Harry, si quería volverse alguien importante en su vida, debía enfrentar el miedo que tenía a ser rechazado por aquel chico del que estaba íntegramente enamorado.

¿Qué debía hacer para poder acercarse a él sin parecer agresivo? la única forma que había encontrado Draco para hablar con Harry al menos por unos minutos era atosigandolo, pero sabía que si quería ser de su agrado debía dejar eso a un lado y buscar la forma de hacerse su amigo, pero, esa era el conflicto, ¿cómo hablarle a alguien que esta tan fuera de tu alcance?

Por otro lado, Harry se sentía tan triste y solo, a pesar de tener tantas personas a su alrededor,de recibir atenciones especiales por parte de todo el mundo él se sentía extremadamente solitario, el solo quería sentir la cálida piel de Cedric tocar su mano, ver su rostro y admirar esa hermosa y honesta sonrisa que este todo el tiempo le regalaba, estaba cansado de pensar todo el tiempo en él, sabía que Cedric desearía que lo dejara ir para que Harry volviera a ser feliz, para que encontrara una vez más el amor, pero Harry no quería hacerlo, ¿Cómo dejar ir a Cedric cuando él había sido el unió capaz de entender al pelinegro e incluso de salvarlo en el momento crucial de la transformación de Voldemort?

Los sentimientos de ambos Magos eran un caos, Harry no tenía cabeza para hacer absolutamente nada y la cabeza de Draco funcionaba a mil por hora queriendo hacer todo al mismo tiempo, ambos caminando en direcciones opuestas generando que estos chocaran uno con el otro haciéndolos caer al suelo.

- ¿pero es que no te fijas? - grito un desesperado Malfoy en el suelo acomodándose un poco. -lo lamento no venía poniendo atención- contesto un Potter aturdido y colocándose las gafas nuevamente, cuando ambos alzaron la mirada para poder levantarse sus miradas cruzaron, Harry frunció el ceño en señal de disgusto, por otro lado Draco ablando un poco el gesto con un leve sonrojo, Harry se levantó de golpee girando para irse de ahí, Draco de la misma forma se levantó tomando al pelinegro por la muñeca, no estaba seguro de que era lo que estaba haciendo pero ya era demasiado tarde.

- ¿Qué te sucede? Suéltame- soltó Harry con un tono de irritación, Draco lo miro y le soltó de inmediato -lamento haber chocado contigo- por un momento la expresión de Harry parecido cambiar a una sorprendida pero de inmediato regreso su cara de disgusto y siguió caminando, esa era la reacción que el moreno siempre le lanzaba a Draco, y es que realmente le desagradaba, esa noche, la noche en el festín de fin de curso del año en que Diggory había muerto, cuando el profesor Dumbledore levanto su copa en memoria y respeto todo el mundo había guardado el silencio que se debía, pero Draco y su grupo de amigos se la pasaron todo el discurso hablando entre ellos y si Harry no sentía ningún agrado hacia el Slytherin después de eso lo aborrecía.

Harry gruñendo y ahora molesto después de ver el rostro de aquella persona que detestaba comenzó a caminar velozmente pero a paso decidido hacía los jardines, necesitaba un poco de aire fresco, ya no se sentía triste y al menos lo vio como una ventaja, después de un rato de caminar y caminar sin parar por un buen rato se detuvo y soltó un gran suspiro, de alguna forma se sentía mucho mejor ahora, ya no sentía la tristeza que hace un rato lo estaba consumiendo, y ya se le había ido la molestia que Draco le había provocado, sonrió levemente y se sentó cerca del lago observando el reflejo del sol del atardecer, se sentía tranquilo debía admitirlo, pero aun así desearía que alguien estuviera sentado a su lado en ese momento.  

Dio un suspiro hacia enfrente levantando su mirada al cielo, esbozando una tenue sonrisa, entonces una ráfaga de viento golpeo su rostro, moviendo su ya desacomodado cabello, inevitablemente cerro sus ojos dejando al viento rozar su rostro, entonces como una bofetada sintió algo en el pecho, esa hermosa sensación que el aire daba cuando este golpeaba contra su cara lo hizo recordar cuando solía jugar quidditch, estar sobre su escoba e ir a toda velocidad, observar a sus demás compañeros de equipo reír y esforzarse al máximo, entonces a lo lejos divisar un peculiar rayo dorado y abalanzarse hacía el de manera fugaz para extender la mano, ir en contra del viento, olvidarse que había personas alrededor, olvidar toda clase de problemas porque lo único que en ese momento le era importante era estirar tanto que la snitch quedara atrapada en sus dedos sin la posibilidad de escaparse, escuchando los vítores a su alrededor dándole una victoria más a su equipo.

Desde la muerte de Cedric Harry había abandonado ese deporte, la tristeza era más grande que las ganas que sentía de moverse, recordó que Diggory y él se la pasaban horas hablando de ese particular deporte, entrenaban juntos y Cedric siempre le mencionaba lo bien que el pelinegro se veía en su uniforme, lleno de sudor y cansancio y que pese a eso amaba abrazarlo al terminar un partido o un simple entrenamiento, Cedric lo impulsaba para ser mejor, y Harry no perdía tampoco oportunidad de ver al fornido y atractivo chico de cabello marrón jugar y verle sonreír, quería seguir como fuera cerca de Diggory así que ahí mismo, sentado frente al lago, con el viento rozando su rostro y una pequeña brisa bañándole decidió que volvería a jugar quidditch.

Mientras el pelinegro decía esa declaración el rubio frustrado buscaba la forma de acercarse a aquel chico de ojos verdes que ocupaba sus pensamientos la mayor parte del día, sin saber que, en ese mismo momento, quizás se había creado una oportunidad.  

Quedate conmigo(Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora