Necesito Hacerlo

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Si toda la atmósfera ya era estresante, Remus se sentía morir cuando les llegó una carta, la cuál era notoria que había sido escrita con inmensa rapidez de parte de Lucius, donde informaba con urgencia lo que los mortífagos estaban por hacer. Atacar Hogwarts. De verdad se iba a llevar acabo la segunda parte de la guerra, Remus ya sólo deseaba que ese maldito mestizo demente se quedara muerto de una buena vez. Harry había expulsado a Snape de Hogwarts, que de inmediatamente les hizo saber (igual que Lucius) que se iba a librar la segunda parte de la batalla mágica. Aquí era definitivo, el ganador viviría y el perdedor moriría. Y eso le traía el estrés a flor de piel. Barty había llegado, diciendo lo que ya todos sabían, pero con un millón de golpes, al parecer se había lanzado a Greyback cuando este se burlaba de un susto que la había logrado sacar a la pulga (Barty le cayó inesperadamente mejor a Remus). Se sentó permitiendo que Molly viese sus heridas, al animago, Molly le causaba una inmensa diversión, disfrutaba verla regañar a sus hijos o a los demás de la orden, se reía a carcajadas cuando la mujer era amable con Severus, ya que el pelinegro simplemente no sabía cómo reaccionar a la gentileza y confianza que la mujer tomaba para tratar con el. No se quejaba para nada, sólo se reía cuando le dolía, eso era....en parte estresante y en parte relajante. De repente se quedó horriblemente quieto, cómo una estatua, sólo para tener un ataque de pánico por no tener idea de donde estaba la pulga, ya que no estaba en su sala común cómo todos los demás Slytherin. Intentó levantarse e ir a ver donde estaba, pero Tonks y Molly le impidieron moverse, tenía profundos arañazos y fuertes golpes, de hecho, nadie entendía como no se había desangrado o cómo demonios no tenía nada roto, actuaba como si fuera una cortada de papel o menos grave, fue peor su arranque cuando volteo la cabeza de golpe a la ventana.

-¡INS...TINTO...DE...TIOS!- se quejo entrecortadamente mientras intentaba ir a chimenea.

-¡NO SERVIRÁ DE NADA SI MUERES ANTES DE LLEGAR! -le contestó Tonks, jalando a Barty de un brazo mientras Molly tomaba el otro.

-¡ME NECESITA! -grito desesperado Barty por irse, normalmente podría soltarse de ambas mujeres apenas se levantara, pero sus herida le pasaron factura- ¡¿QUE IMPORTA SI MUERO!? ¡A NADIE LE IMPORTA UN ESQUIZOFRENICO CON TOURETTE! ¡SÓLO A EL! ¡TENGO QUE IR!

Los gritos de Barty no ayudaban, todos estaban moviéndose demasiado rápido, el escándalo que Barty estaba armando sólo hacía que se remarcar a el miedo que surcada el ambiente. Charlie lanzó un desmaius al animago, el cual no dio a su objetivo, Barty aún herido era rápido, de manera que se agachó al tiempo qué se echaba para atrás, así quitándose del camino y el hechizo choco contra la pared. Remus se convencía siempre que ese mago era un alien, como dicen los Muggles, en serio iba en su propia sintonia y ni las leyes de la naturaleza se le adecuaban, pero aun así los gritos tan claros y desesperados que soltaba le dejaban en claro que quería demasiado a Draco, lo mucho que le quería a pesar de no ser su cachorro, a pesar de el alrededor o su propia vida, estaba dispuesto a todo, entendío hace mucho que, cuando Barty fue enviado a Azkaban por su propio padre sin un juicio, su única atadura a la cordura y al lado correcto había sido Draco, aquel niño que aun lo abrazaba sin miedo y jugaba sin temor a voltearse, pues sabía que el adulto no le atacaria por la espalda. Verlo tan desesperado por ir sólo le hacia pensár que Lucius estaria el triple de desesperado, desgarradose por dentro el alma y corazón. Si hasta el mismo quería dejar todo así y aparecerse ahí mismo.
Fue Fleur quien se acercó al animago y le soplo en la cara unos polvos rosados que lo hicieron cerrar los ojos y caer cómo costal de papas al suelo, logrando lo que ningúno ahí había podido. Remus temío que sus heridas resultarán peor por el golpe.

-¿Que era eso? -preguntó algo confundida Molly mientras Tonks arrastraba al inconsciente Barty hacia el sillón, con ayuda de Bill.

-.....pogvo de hada y diamagtina- respondió Fleur viendo al animago tan confundída cómo todos los demás.

-¿Polvo de hada? ¿Que eso sólo te hace flotar un poco?- preguntó confuso Bill, viendo a Barty totalmente dormido- ¿como sabias que funcionaria?

-Sevegus dejo una nota junto con el boté- aclaro la francesa enseñando el pedazo de papel, donde claramente decía: "Este bote contiene polvo de hada y diamantina, si Barty se sale de control, solenlo en su cara y caerá dormido"

-Lu....no tiene....palito....mágico- dijo entre sueños Barty remoniendose levemente sin quitar su brazo, que estaba en poder de Tonks. Aun dormido parecía tenso y preocupado.

Cuatro mendigas palabras y a Remus se le cayó el alma a los pies. ¿¡POR QUE DEMONIOS NO TENÍA VARITA!? Su manada estaba en peligro. Tenía que ir ahí, tenía que salvarle, protegerle, ya. No tuvieron que repetirle la orden de irse más de una vez, es más, estaba apurando a todos a costa de gritos y rugidos involuntarios.

****************

Lucius marchaba con los demás mortífagos, temblando internamente, Severus, ni idea de dónde estaba, Barty, menos. Greyback estaba pegandosele demasiado, intercambiaban gruñidos cada vez más fuerte, la tensión entre los dos era palpable, ahora realmente se sentía solo, ni Narcissa ni el tenían varitas. Era prácticamente una humillación al ir a una maldita guerra sin varitas ni modo de protegerse, o almenos eso aparentaba, Lucius tenían bien claro que Narcissa se mantendría alejada y escoltada por Bellatrix, que dentro de toda su locura, aún le profesaba cierto amor a su hermana menor. Ahora le preocupaba, tenía que sacar a su cachorro de ahí, a no más tardar, traerlo a su lado, donde pueda protegerlo, no le importaba nada más, sólo quería a su hijo a su lado, recordaba su aroma, ese aroma que prometió jamás olvidar, deseaba poder percibirlo. Le quemaba internamente el pensamiento que su pobre cachorro estaba por su cuenta.
Gruño por quintosajesima vez a Greyback, logrando que este retrocediera. Greyback hizo sus ojos brillar, eran cómo los de Lupin, o eso diría cualquier imbecil.
Los de Lupin eran dorados, los del inepto a su lado, eran un vil amarillo, diferente.
Greyback estaba herido, al parecer Barty se le había lanzado como kamikaze cuando el lobo estaba contando cómo asustó a su cachorro, esperaba que estuviera bien, aunque viendo cómo es Barty, seguramente estaría paseándose con sus heridas punzantes.

****************

-¡Neville! ¡Por favor! -rogaba Rabastan- No vayas a pelear- tapándole el paso y tomando su hombro con delicadeza.

-Rab.....tengo que hacerlo- le respondió Neville, viendo el dolor en los ojos del hombre, ese mismo hombre que de un día para el otro paso de ser el culpable del sufrimiento de sus padres a ser quien más quiso protegerlos.
Rabastan se había convertido en una especie de figura paterna, desde que descubrió que estaba siempre ahí, siempre que se sentía mal o necesitaba hablar, sólo subía a la torre de astronomía y Rabastan estaba esperandole con muffins de calabaza que se había robado de la cocina, había estado ahí para consolarle, para felicitarle y ayudarle a buscar a Trevol siempre que esté se perdía. Rabastan siempre tenía oídos para escucharlo y palabras para calmarlo, escucharle cantar la canción que lo venía siguiendo desde hace años era el mejor consuelo.
Ahora mismo tenía la misma mirada de dolor que cuando iba a visitar a su padre. El sangre pura se sentía morir, no, no otra vez, no podía faltar a su palabra de proteger a Neville, no podía luchar en su lugar, no le importaba perder la vida con tal de que Neville estuviera bien. Sabía perfectamente que no lo podía detener, pero saberlo no lo hacía más fácil ni menos doloroso, solo podía resignarse.

-Rab- llamó Neville al ver que Rabastan bajaba la mirada, gesto que hacía cuando no podía con sus emociones- tengo que ir, es mi hogar, son mis amigos, necesito hacerlo- explico.

Para su sorpresa, Rabastan se hizo a un lado dejándole el camino libre, sin decir palabra, pero Neville bien sabía que Rabastan estaba aceptando su decisión y que no intervendria más, un nudo se le formó en la garganta, sólo dio un paso antes de girarse y abrazar una vez más a Rabastan, llorando silenciosamente, no pasaron más de unos segundos antes de que Rabastan le regresará el abrazo.

Nada estaba asegurado, ni quien moriría, ni quien sobreviviria, pero si algo era seguro, es que pelearian con todo de sí.

Aullidos a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora