Me gustas tanto, que debería ser pecado

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SAVE YOUR TEARS

Me gustas tanto, que debería ser pecado

OCTAVA PARTE

Lolito había llegado a su vida en el momento correcto, sus amigos le decían que era un tanto problemático, pero Auron no lo creía así. Lolito era más bien un tanto alejado de la normatividad, resultaba curioso porque Auron lograba sentirse un poquito incompleto y no lo supo hasta la llegada del otro. Fargan y Willy disfrutaban de su equipo de fútbol, sus entrenamientos y su circulo social. Samuel, Alex y Luzu parecían llevar muy bien todo esto del gobierno escolar y ser dignos estudiantes de reconocimiento por sus calificaciones y conducta.

Auron en cambio estaba en un limbo, no pertenecía a ninguno de los dos estándares y era más bien cercano a sus amigos, no a sus actividades. A Auron le gustaba escuchar música con los audífonos a todo volumen, le gustaba disfrutar de sus tardes una vez terminada las clases; las actividades extra curriculares definitivamente no eran lo suyo. Uno de sus grandes problemas era que todos sus amigos, se ocupaban en las tardes y él empezaba a aburrirse de pasar solo las tardes.

Afortunadamente llegó Lolito a su vida y de alguna manera, que a Luzu no pareció gustarle mucho, ambos hicieron clic. Fue como si repentinamente se hubieran topado en la vida y aquello bastaba para hacer hincapié en que de alguna manera u otra ellos se iban a encontrar. La manera en que ambos lograron tener tanta confianza, era sorprendente, ninguno de los dos era muy dado a dar su confianza con facilidad y sin embargo, ambos eran la excepción del otro.

Luzu solía decirle que Lolito se le hacía el típico chico problema, que se anduviera con cuidado.

Auron moría por decirle que él era también ese tipo de chico, y por más inri que sonara, este chico problema había caído por completo ante el chico bueno de la historia más simplona y repetitiva que se pudiera imaginar.

No era simple coincidencia que ambos lograran sentirse cercanos al otro, durante la infancia Auron y Fargan habían sido bastante revoltosos. Fargan se había calmado por el deporte, pero Auron aún mantenía esa aura de divertirse sin miramientos y Lolo era simple y sencillamente su compañero en travesuras y descubrimientos.

—¿Listo?

A Lolito, su padre, quien vivía en Canadá, le había regalado un auto el año anterior. Lolo solía decir que tener padres divorciados era lo mejor, ya no tenía porque soportar sus peleas absurdas, no dependían de la opinión del otro a la hora de darle regalos y por supuesto su padre buscaba llenar su ausencia regalándose cosas, su madre se había negado en un inicio, pero cuando estuvo el auto frente a su puerta no pudo más que suspirar y pedirle que al menos terminara su educación completa en este instituto.

Lolito ponía la música muy fuerte, tenían casi el mismo gusto musical y Auron disfrutaba sacando la cabeza de vez en cuando porque el aire golpeando en su rostro le daba la ilusión de libertad. Lolito era bastante relajado, podían pasar horas en la cima de la pequeña loma al norte de la ciudad, fumando cigarrillos lejos de las miradas curiosas, podían salir simplemente a dar vueltas en el carro y comer algún sándwich de gasolinera, otros días jugaban video juegos y Lolo sonreía bastante cuando le tapaba los ojos para llevarle ventaja en cualquiera que fuera el juego.

Auron nunca tuvo hermanos y Lolito se sentía como uno.

Luzu no entendía lo bien que se sentía junto a él, y eso que Luzu no sabía que había aprendido a fumar a su lado.

—Se ve bien. — Había halagado Lolito en cuanto Auron terminó de sentir el escozor provocado por su nuevo piercing. Ubicado en su oreja derecha, mientras Auron se miraba en el espejo, pensó que se veía genial, no era demasiado llamativo y aún así sabía que su madre pondría el grito en el cielo. — Aunque no entiendo porque ahí. Es tan común.

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