CHAPTER ONE

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-¡¿Qué mierda quieres de mi Wells?!- El pelinegro me miró con odio, mientras me daba vuelta para sonreírle a la multitud que nos miraba.

-Sé que a todos se nos ha hecho muy difícil la clase de la señorita Street pero que curioso que a él- lo miré de pies a cabeza, aunque tenía todo mi latte encima se veía demasiado bien y eso, de alguna manera, me motivaba- bueno pues queridos compañeros quería decirles que- hice la sonrisa más grande que pude y continué- el chico pegajoso que se encuentra detrás mío se estuvo acostando con ella. No podría afirmarles desde cuándo así que por precaución, solo por eso, intenten no tocar demasiado los instrumentos del laboratorio, especialmente la mesa de la izquierda, ya saben, precaución. Bueno ese es todo mi comunicado a la salud pública, pueden irse.

La multitud comenzó a soltar risitas, murmullos y unas cuantas caras de asco. Los chicos del equipo de básquet le dieron palmadas en el hombro acompañadas de cumplidos al chico que seguramente, justo ahora, quería matarme. Me acerqué a él con una sonrisa algo socarrona, bueno, bastante socarrona a decir verdad.

-Nadie me dice que no a mí- le susurré al oído y obtuve justo la respuesta que buscaba. El chico me tomó del brazo e hizo que retrocediera unos pasos. Puse mi rostro más inocente frente al contacto.

-Estas malditamente loca- sus palabras desbordaban veneno. Le besé la punta de la nariz.

- Y tú eres malditamente guapo- me mordí sutilmente el labio y me desprendí de su agarre. De esta manera seguí mi camino.

...

-Esta vez sí la metiste hasta el fondo- susurró Lesley en clase de literatura- Acabarás en dirección, todo el Instituto lo escuchó y no paran de hablar de eso. Lo expulsarán y a ti te suspenderán.

-Jugué con mi lápiz un momento, mientras empezaba a sonreír complacida- Eso podría pasar- la miré- si es que fuera cierto- se me escapó una risa y el señor Malcolm me dedicó una mirada.

-¿Estás jugando, cierto?-Ella empezó a sonreír aunque no pude intuir qué clase de sonrisa me estaba dando.

- Con él, sí, por qué- empecé a tomar algunos apuntes importantes en mi cuaderno.

- Pero ¿Por qué él?

- Larga historia, no tengo ganas ni tiempo para contarla, simplemente me divierto un poco.

En ese momento la consejera entró y me miró fijamente antes de decir nada ya sabía a qué había venido. Comencé a guardar mis cosas cuando el profesor me llamó por mi apellido.

-Voy - dije levantando la mano y dirigiéndome hacia la puerta. Cuando llegué me di la vuelta y me despedí con la mano de mi curiosa compañera de literatura. Oh, ternura que era, su forma de vestir consistía en los mismos jeans toda la semana y cambiarse, tan solo el polo.

La consejera y yo llegamos a la puerta del director y me miró con algo de pena, yo sólo le correspondí con una sonrisa

-Buena suerte, la necesitarás- pasó su mano sobre mi brazo, en un gesto de consuelo.

Acomodé mi mochila a mi espalda, soltando su agarre- No te preocupes, no la necesito y según yo nunca lo haré.

-Por supuesto, claro.

Me di la vuelta y me dispuse a entrar en el despacho de mi queridísimo director.

-Señorita Wells, qué sorpresa verla por aquí – mencionó, con sarcasmo hasta de sobra, mientras se ponía de pie y subía las mangas de su camisa. Se veía cansado.

- No hacen falta las formalidades, señor Wells, o acaso sí, tío.

-Escúchame bien señorita, aquí soy tu superior- puso su mano sobre la mesa en signo de autoridad.

-Al parecer esa frase se te está haciendo costumbre- crucé las piernas- y bueno dando dando, ¿cierto?, a menos que quieras que Anne se entere de lo de la señorita Mitchell, ya sabes , los chismes corren, los niños hablan y a las lindas jóvenes como yo no les justa que las reprendan. - tomé un mechón de cabello y comencé a juguetear con el mientras me paraba y empezaba a caminar.

- Es un acto de bondad, eso es todo, solo que aún no se lo he dicho a tu tía- tomó asiento y se soltó un poco el cuello de la camisa- Por el contrario, lo de hoy en la cafetería fue pasarse de la raya.

-Claro, obviamente tío, a algunos no les alcanza con su propia saliva,- dije ignorando lo último- sabes cómo están las co...-me cortó dando un fuerte golpe en la mesa.

-¡Mocosa insolente!- gritó y observé mis uñas, una se me había dañado.

-Ay ya, no querrás que alguien te escuché- Pude ver cómo se marcaba ligeramente una venita en su frente, que horror

-Bueno- alargué la última ¨o¨ mientras tomaba mi mochila y me la colgaba a la espalda- ya que no tienes nada más que decirme pasaré a retirarme-caminé hacia la puerta.

-Te quedarás en detención toda la semana- vociferó un poco cansado- y hablaré con tu padre.

Volteé y sonreí- Gracias por lo primero y suerte con lo segundo-le guiñé el ojo y salí de su oficina dejándolo, según lo que pude observar, algo confundido.

Ah y casi lo olvidaba, mi nombre era Noah, Noah Wells.

Black MoonWhere stories live. Discover now