Cuando las hojas cayeron del árbol más hermoso de la ciudad

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Cuando las hojas cayeron del árbol más hermoso de la ciudad

PRIMERA PARTE

Auron tenía unos nueve años aquella mañana de junio cuando llevado por Fargan habían ido a molestar a Alex, su pequeño compañero de primaria quien lloraba fácilmente, por casi todo a decir verdad. Y desde que aquello había sido descubierto, Fargan parecía no cansarse de gastarle bromas al pequeño, que era incluso más bajo que el primo menor de Auron, es cierto que Brett apenas era un año menor, pero a Auron aquello siempre le había resultado gracioso.

Las cosas habían cambiado a inicios de esa primavera, desde que un tal Samuel había aparecido en el barrio, y un día en el que para variar Fargan estaba siendo más molesto de lo habitual con Alex, pues el tal Samuel había salido de la nada, con su porte serio y bastante más alto que los dos, hablando de injusticia y siendo todo un guardaespaldas molesto. Bien era cierto que aquella mañana Fargan y Samuel se habían agarrado a golpes para sorpresa de Alex y suya, pero nada había sido igual de sorprendente que ver a Fargan perder ante Samuel y su experimentado cuerpo debido al taekwondo, deporte que se enteraron tiempo después el otro practicaba.

Aún así, esa tarde en el parque cerca de la casa de Alex, Fargan lo había divisado solo y decidió ir a gastarle una broma absurda al menor. Samuel en realidad si estaba cerca, Alex lloraba y Fargan que era un idiota, pero no tan idiota había emprendido la huida al grito de "¡Corre Auron!"

Auron no era bueno con los deportes, de hecho no le gustaban demasiado y solía aburrirse cuando Fargan lo invitaba a jugar junto con otros chicos del barrio, porque lo cierto era que era bastante malo en ello. Prefería ver partidos que jugarlos y por ende en algún momento Fargan comenzó a llevarle ventaja mientras corrían a toda velocidad por las veredas hasta la casa más cercana, la de Auron.

—Escondete.

Fargan habló apresurado pero bajito, haciéndolo agacharse cerca de unos botes de basura mientras Samuel pasaba corriendo sin percatarse del lugar donde se encontraban.

—Voy a matarte. —Susurró despacio y Fargan dejó escapar una risa divertida pero con un vago intento de que fuera silenciosa. Auron por su parte lo miró fijamente y arrugó el entrecejo— ¿Por qué lo sigues molestando? Ya empezó a ser aburrido verlo llorar tanto.

—Para mi sigue siendo divertido. —Fargan sonrió, airoso y complacido con su propia respuesta— ¡Oh! Mira, alguien se está mudando a la casa en venta de la señora Valeria.

Auron levantó un poco la mirada, el camión de mudanza se encontraba estacionado frente a la casa de dos pisos que antiguamente le había pertenecido a una señora mayor a la que Fargan solía saluda cada mañana. Esto, hasta hace unos meses cuando la mujer decidió mudarse a otra ciudad para estar más cerca de sus hijos. Varios hombres se encontraban saliendo y entrando de la casa, dejando muebles y cajas dentro.

De repente pudieron ver a una bella mujer, alta y con una pequeña sonrisa en el rostro, parecía ser ella quien dirigía a los hombres para que dejaran las cosas donde debían mientras sostenía a una pequeña niña en brazos. Y un poco más allá, cerca del carro que probablemente era de la familia se encontraba un niño de cabello castaño mirando el suelo como si no hubiera nada más interesante a su alrededor.

—Él parece que tiene nuestra edad, vamos a presentarnos.

—¿Qué?

Realmente Auron no terminaba de pronunciar su escueta palabra cuando Fargan agarró de su brazo y lo hizo cruzar la calle velozmente hasta quedar frente al otro chico quien levantó la mirada sin demasiadas emociones en el rostro.

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