El Deseo Prohibido de Doug (BG.5 libro #2) Disponible en Librerías.

Epílogo

Epílogo

15 de marzo, 2014.

Siento la humedad en mi rostro y rio porque Jeff no deja de moverse ensuciando mi rostro, Doug nos observa divertido.

—Quédate tranquilo —pido riendo.

Se lo paso a Doug y nos acercamos a la pared del apartamento. Tomo las manos de Jeff mientras Doug lo sostiene y las presiona contra la pared. Él las aleja y sonrío.

Es hermoso, sus huellas están justo al lado de las de Doug y las mías.

Me gusta pintar, pero nunca algo me ha parecido una obra de arte cómo esa imagen. La imagen de nuestras manos juntas en la pared.

Doug al igual que yo observa la pared mientras Jeff con sus manos llenas de pintura color verde toma su cabello volviéndolo verde, Doug ahora tiene hebras de cabello color verde gracias a nuestro hijo.

—Nunca voy a querer pintar esa pared —susurra—. Cada año vamos a dejar nuestra huella en esta pared con el año debajo de ella. Será nuestra manera de vernos avanzar y de ver crecer a nuestro rayito.

—Amo esa idea.

La amo tanto cómo el tatuaje del piecito de Jeff que descansa en su pecho.

Él me da una sonrisa dulce y saca tres hojas arrugadas del bolsillo de su pantalón. Me las extiende.

— ¿Qué es esto?

—La versión original de Fobiden Fantasy —susurra—. Dijiste que querías leerla, te dije que algún día. Y aquí está, son las tres hojas en la que la escribí, por eso están tan arrugadas y un poco sucias.

Lo observo con asombro y luego miro las hojas en mis manos. Mi canción, la versión original, esa que Andrew y Ethan luego modificaron para que no resultara obvia. Sonrío.

La primera vez que vi a Doug recuerdo que pensé que era el chico más atractivo que vi alguna vez en mi vida, cuando el rozó esa rosa blanca contra mi rostro fue la primera vez que creí que mi corazón podría explotar y la primera vez que creía había conseguido mi ángel.

De alguna manera, sin saberlo, Doug me ayudó a crecer, me ayudó a hacerme valiente cuando hice los fallidos intentos de que me notara diferente, me ayudó a ser fuerte cuando comenzó a salir con diversas chicas haciéndome sentir que nunca me notaría.

Me hizo descarada cuando decidí seducirlo para que me hiciera suya. Me ha enseñado a madurar de a poco, a salir adelante. Y por sobre todo, me enseña un tipo de amor del que no conocía.

Un amor enloquecedor, pícaro, dulce y apasionado cómo su personalidad. Un amor lleno de facetas que me han enseñado muchas cosas.

Antes pude tener mis dudas sobre Doug, pude dar vueltas alrededor de él alejándome, pero ahora cuando lo veo, cuando veo la manera en la que me mira, solo puedo ver amor. Él me ha hecho conocer cosas de mí que no sabía que existían, me ha dado tanta felicidad.

Aun no soy la mujer madura que aspiro ser, me falta mucho por aprender y quizás mucho por afrontar, pero estoy en el camino, y en este camino sostengo a Jeff Nicholas conmigo y Doug toma mi mano, porque es un camino que estamos construyendo juntos. Nuestro camino.

Un camino sin terceros, sin miramientos a lo que los demás podrán decir. Es el camino que construimos de a poco cada día que pasamos juntos. Jeff da un gritito y Doug ríe besando su frente, me inclino besando a mi bebé en su mejilla y luego los labios de Doug.

—Gracias, mi amor—digo contra sus labios.

—Es tu canción, tú mereces conocerla originalmente.

Bajo mi vista a la hoja y rio viendo que en una letra más clara y pareciendo más reciente, dejó unas palabras para mí.

"Para el deseo prohibido que ahora es absolutamente mi vida y parte de mi ser.

Aquí esta tu canción, princesa. Te resultará bastante obvio que siempre me importaste.

Prometo que tendrás muchas canciones más a lo largo de nuestra vida juntos.

Pdta: Te amo.

Pdta de pdta: por si no lo captaste, me refiero a que el deseo prohibido eres tú.

Pdta de pdta de pdta: Ahora que lo pienso, hubiese llamado a la canción el deseo prohibido de Doug, eso hubiese sido genial... y demasiado obvio

Pdta de pdta de pdta: tu culo se ve grandioso en ese short, quiero hacer cosas sucias."

Lo observo y me da una sonrisa ladeada, antes de volverla una sonrisa pícara.

—Te advierto, esta versión no es inocente.

—Eres mi esposo, sé a qué atenerme contigo —le recuerdo—, además, si me enciendo tú me apagas ¿Verdad?

—No lo dudes, princesa, en mí siempre habrá un rayo con ansias de correr dentro de ti.

Rio y le doy otro beso antes de con mis hojas caminar a la habitación muy deseosa de conocer la versión original de mi canción. Me dejo caer sobre la cama y leo las dos primeras líneas.

Sonrío, definitivamente esta canción fue hecha para mí.

Fin.

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