Capítulo Cuarenta y Nueve

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Capítulo cuarenta y nueve

21 de septiembre, 2013.

— ¿Cómo te sientes cariño? —pregunta mamá, sorbo mi nariz mientras paso el pañuelo debajo de mis ojos para limpiar mis lágrimas, ella aprieta mis manos.

—No intentes ser dulce conmigo.

—Hilary, por favor deja de llorar.

—No puedo, me duele aquí —señalo mi pecho—. Mi bebé...

—Estás sensible.

—No mamá, no estoy sensible. Sufro porque traje al mundo a un niño que nació sin llorar. ¡No pude hacer eso bien! Era algo en lo que se supone debía ser buena.

La puerta de la habitación se abre, se trata de Doug, luce cansado. Tiene unas ojeras y su cabello va despeinado.

— ¿Cómo está todo por aquí?

—Qué bueno que llegas, Doug, creo que Hilary necesita que le digas que no es su culpa.

Doug suspira, realmente luce cansado. Camina hasta mí, se sienta en la orilla de la cama y me abraza dejando un beso en mi frente.

—No es tu culpa, tú lo hiciste muy bien.

—Tampoco fue culpa de él.

—Tampoco de él —concede—. Ni de los doctores, Hilary, las cosas sucedieron de ese modo.

—Lo siento.

—Yo también lamento que haya sucedido de ese modo, princesa, pero está prohibido derrumbarse.

Cierro mis ojos con fuerza diciéndome que tiene razón, debo dejar de llorar, le estoy dejando lo difícil a él.

—Los dejaré solos, hablaré con el doctor —anuncia mamá saliendo de la habitación.

Doug se recuesta a mi lado y me abraza contra su pecho, besa mi frente y con una de sus manos peina mi cabello.

—Los chicos están afuera, también Katherine y mi mamá. Todos ellos quieren verte, pero tú no has querido recibir visitas.

—Soy un desastre física y emocionalmente, solo te necesito a ti en este momento.

Permanecemos en silencio, cierro los ojos intentando rescatar el recuerdo borroso de mi bebé, pero no logro rescatar nada.

—Ni siquiera me dejaron verlo —sollozo.

—Princesa, lamento eso...

—No me dejaron cargarlo o besarlo. Conocerlo.

—No llores, por favor, me parte el corazón verte llorar.

—Lo volvieron un desconocido para mí, no me dejaron verlo. Me quitaron esa oportunidad.

Las ganas de llorar son increíblemente fuertes, ni siquiera puedo luchar contra cada una de las lágrimas que caen por mi rostro. Siento mis manos estrujar su camisa, quizás tienen razón, estar tan sensible hace que todo empeore, que la sensación sea más intensa y por lo tanto, que duela más.

— ¿Qué tal si descansas un poco?

—No puedo dormir —respondo.

— ¿Qué puedo hacer que te haga sentir mejor? Dime y yo lo hago, haré cualquier cosa por borrar esas lágrimas.

—Muéstramelo —pido, él me abraza y tararea alguna canción.

No sé cuándo sucede, pero en algún punto me quedó dormida.

El Deseo Prohibido de Doug (BG.5 libro #2) Disponible en Librerías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora