twenty one.

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Justin Timberbieber:

Ambos sabemos que me estabas buscando, bebé.

Llevo camiseta roja.

Volví a girarme y a buscar a chicos rubios con camiseta roja. Mi móvil sonaba, y lo más seguro es que fuera Justin, pero solo quería encontrarlo.

Vi a un chico a unos cuantos metros de mí, con camiseta roja, zapatillas deportivas y una gorra de béisbol. Y lo más importante: era rubio y estaba usando el móvil.

Cogí el mío para leer los mensajes.

Justin Timberbieber:

Y a parte de camiseta roja, llevo tacones, falda de las que usáis vosotras las chicas de color negro y cuero y una mecha en el lado derecho de color verde.

Estoy fabuloso.

Harry Styles me envidiaría.

¿Me encuentras ya?

No evité reírme. Miraba el móvil leyendo una y otra vez el mensaje que recién me había llegado y así comencé a llamar la atención de las personas que más cercan estaban de mí.

Aun así, riéndome, me molestaba el hecho que me hubiera mentido sobre su ropa.

Él sabía que yo quería conocerle, y él lo único que hacia era joderme la existencia ocultando su rostro de mí.

«Boing»

Ashlove:

Llevo unos cinco minutos oyéndote reír enfrente del móvil cual posesa.

Y me das miedo.

Y te escribo por aquí, por que te estoy hablando y tú sigues con tu móvil del demonio.

Yo a Ashlove:

Perdón, te quiero.

Es que, mira, ten mi móvil y lee.

Ashlove:

Pues dámelo y dejemos de hablar por aquí. Estás enfrente mío, idiota.

—Ya ya, cuantos humos, chica —le dije a Ashley entregándole mi celular en la mano. Comenzó a leerlo y soltó una pequeña risita en comparación con la mía y sonrió.

Llevaba un minuto con mi móvil en la mano, sonriendo todo el rato. No entendía por qué tardaba tanto en leer un mensaje, me estaba desesperando.

Sabía que mi amiga era de ciencias, y que odiaba la literatura e idiomas. Pero no es tan difícil leer un mensaje de menos de tres líneas.

Y fue ahí cuando me di cuenta de lo obvio (tardo en comprender a veces las cosas): me estaba leyendo todas las conversaciones.

Rápidamente solté el tenedor con el trozo de lechuga, maíz y alguna que otra verdura pinchada en él y me levanté para intentar coger mi móvil que estaba siendo violado por mi mejor amiga.

Mi bebé.

—¡Dame mi móvil! —grité cuando ella se levantó de su silla y salía corriendo alrededor del comedor mientras todos incluso los profesores nos miraban atentos.

—¡Jamás podrás vencerme!

Corríamos en círculos riéndonos, saltando por las mesas y sillas libres, incluso tirando a algún que otro alumno al suelo.

Tan solo les hacemos un favor.

Cuando Ashley saltó una mesa con dos chicas sentadas en ellas, yo giré por el lado derecho de ella, y sin darme cuenta, choqué con alguien.

—Oh, mierda, mi tobillo.

Whatsapp (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora