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LO QUE OCURRIÓ ESA NOCHE, SEGÚN ELLA Y SU MEMORIA FOTOGRÁFICA

ADDIE.

A quien tenga el honor de concernir en esta excelentísima facultad de medicina en la que anhelo tener un contrato laboral permanente:

Ocurre en un parpadeo. La vida, quiero decir. Y el amor también, pues. Todo el mundo lo dice todo el tiempo. Yo estoy de acuerdo. A veces.

En lo que no estoy de acuerdo es que las palabras "amor" y "vida" se mezclen en la misma oración: "El amor de mi vida". Porque no, el amor no dura toda una vida, ni tampoco la vida depende del amor. Ambas cosas son individuales, poderosas, efímeras. Increíblemente efímeras.

En otra vida, quizás, podría reforzar más el porqué de la previa declaración sobre el amor, porque me gusta pensar que en dicha vida encontré el amor. Pero no en esta, así que enfoquémonos solo en lo que sé de esta vida.

Sé que es rápida. Naces, aprendes a gatear, te pones de pie, caminas. Caminas en los pasillos de primaria, secundaria, universidad. Caminas en los pasillos de una empresa que contrató tu tiempo a cambio de dinero para subsistir. Caminas hacia un porvenir. Caminas hacia un altar. Caminas hacia tu primera casa. Caminas hacia una herencia. Caminas hacia el fallecimiento.

Sé que es pasional. En un segundo no tienes ni idea de qué es lo que quieres o esperas de vivir, pero al segundo siguiente todo eso puede cambiar. Ese segundo te revela a qué te quieres dedicar el resto de tus días y te apasionas por ello.

Sé que es inesperada. Un domingo estás sentado frente a tu persona favorita, que puede ser un amigo, familiar o el famoso "amor de tu vida", pero a las doce media noche del lunes, esa persona simplemente puede desaparecer de tu vida a causa de los crueles designios de su destino o el tuyo.

Sí, sé que esta vida es rápida, pasional e inesperada porque creí rápido, me apasioné por la carrera de medicina e inesperadamente perdí a mi madre, que era totalmente saludable, hasta que dejó de serlo y tuvo que abandonar mi mundo.

Así que, básicamente, mi definición sobre la "vida" y el "amor" serían...

—ADDIE.

Parpadeé. Letras negras, pequeñas y algo deformes se asomaban frente a mis ojos en un papel. En la parte superior de la hoja se leía un único enunciado: Defina las palabras "amor" y "vida".

Sacudí la cabeza y volví a enfocarme en el papel, que resultaba ser una carta motivacional que debía entregar porque era parte del papeleo del hospital donde me graduaría.

—¡Addie! ¡Sigo aquí y sé que me estás ignorando!

Suspiré. Mi hermana podía ser tan molesta cuando se lo proponía.

—Si sabes que te estoy ignorando, ¿por qué sigues hablándome?

Intenté seguir escribiendo, pero no pude. Había perdido la idea. Así que aproveché la molesta —y reincidente— interrupción de mi hermana para acomodarme las gafas que habían caído hasta la mitad del puente de mi nariz, cosa que no me permitía ver con claridad.

Qué problema ser ciega. Sinceramente no entendía cómo podía existir gente con la costumbre de usar gafas de mentira porque les parece que se ven geniales. La genialidad para mí sería tener la vista perfecta.

Lecciones en el amorOù les histoires vivent. Découvrez maintenant