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TU NUEVA TESIS SE LLAMA...

ADDIE.

—¡¿TÚ HICISTE QUÉ?!

Tuve que tapar mis oídos tras el chillido de Tess. Sus ojos destellaban una rabia tan intensa que podrían salir fuego de ellos. Estábamos fuera de la habitación de Nathaniel, en pleno pasillo, donde era común que los doctores jefes le gritaran a sus pacientes, por lo que nadie se inmutó en mirarnos.

—¡Él se pasó de la raya conmigo! ¡Fue en defensa propia!

Tess se llevó una mano a la frente tapando las arrugas que se acentuaron en ella tras el reciente disgusto. Caminó de lado a lado, tal vez intentando procesar lo que le acaba de contar: todo lo que había sucedido en el bar con lujo de detalles. Le conté inclusive lo del beso y eso, pensando que podría ayudarme un poco.

—Addison Reed, ¿acaso tienes idea de quién es él?

Me crucé de brazos.

—Por supuesto que sé quién es él—respondí—. Un abusivo borracho que me besó en un bar de mala muerte.

—Si serás...—dejó Tess la frase al aire—. Dame el expediente del paciente, por favor, que sé que lo tienes y me hiciste salir de la habitación solo para distraerme.

No quise seguir discutiendo, porque no tenía ni idea por qué Tess estaba tan enojada. Igual, como me había agarrado en mi mentira, no quise seguir protestando y le entregué el expediente que tenía por nombre "Nathaniel Cohen". Pensé que lo abriría para rebuscar entre los papeles, pero lo que en realidad hizo fue zamparme un golpe en la cabeza.

—¡Oye!—me quejé.

Y antes de que pudiese volver a decir algo, me volvió a golpear.

—Lea el expediente del paciente, por favor, Dra. Reed.

Acariciándome la cabeza, agarré el expediente, lo abrí y saqué la primera página. Me acomodé las gafas y empecé a leer en voz alta:

—Nathaniel Cohen, 28 años, sobreviviente a un tumor cerebral metastásico, producto de un silencioso cáncer de colón—leí rápidamente, pero tuve que detenerme a respirar. De pronto entendí el motivo del cabreo de Tess y todo empezó a revolverse en mí. Seguí leyendo más despacio—: Se le dio de alta hace tres días tras terminar sesiones de quimioterapia. Su caso es un milagro para los doctores, ya que no tenía posibilidades de vivir.

Bajé la carpeta boquiabierta.

—Oh, mierda—solté—. ¿Él es Nathaniel Cohen?

Ya había escuchado anteriormente del famoso Nathaniel Cohen, y es que, un año atrás rondaba por los pasillos del hospital, el rumor de que atenderíamos el caso de cáncer cerebral más excepcional que le había tocado a los neurólogos y a los demás cirujanos en general. Tan excepcional que el mismo paciente había pedido que ningún interno o residente (osea estudiantes) participarán del caso, pues, literalmente su vida dependía de ello.

Rogué a Tess durante muchos meses que me dejara participar, pero luego que me rechazara de todas las formas posibles, desistí. Ni siquiera me dejaba caminar por el pasillo donde estaba la habitación del paciente, a sabiendas que me encantaba ir a espiar por allá para ver si podía conseguir algo de información para colarme en sus cirugías.

Luego de un par de meses, dejó de resonar tanto las palabras "Nathaniel Cohen" en los pasillos que todos pensamos había muerto. Pero este hombre con el que había tenido un único encontrón y no había sido precisamente bueno, no se veía muerto. Se veía lleno de vida.

Lecciones en el amorNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ