Despertar

664 49 11
                                    

Una oscuridad me enterró en lo más ondo de mi misma, de mi ser. Sentía como si mis piernas corrieran, exhaustas. Unos crujidos ante mi avance se escuchaban, como el zumbido incesante de abejas. De repente la oscuridad tomó forma mientras yo seguía moviéndome. Ramas azotaban mi cuerpo mientras el aire cortaba mis mejillas. Un sudor frío en mi nuca seguía diciéndome que me internara más aún en la expesura. De repente el paisaje cambió y una gran montaña se imponía delante de mí, haciendome pequeña. Subí volando, cortando las nubes que parecían algodon deshaciendose a mi alrdededor. En la cima una especie de iglesia se erguía, desafiando con su grandeza. Una cruz con las puntas retorcidas y una rosa negra en cada extremo se encontraba a escasos metros de ésta. Como flotando fuí aproximándome hasta que de repente noté un gruñido detrás de mí. Un lobo como yo de alto se encontraba mostrándome sus afilados dientes con unos ojos rojos aterciopelados. Su espeso pelo negro lo camuflaba en las sombras, mientras se aproximaba ahí.

"No entres"

Una voz similar a la de un hombre pero con gruñidos de animal susurraban esas dos palabras. Los pelos de mi nuca se erizaron, sintiéndome amenazada. Dí un paso hacia atrás en dirección al hermoso templo de mármol blanco que parecía brillar.

"Pequeña idiota, te dije que te alejaras!"

Tras estas palabras el lobo dio un grán salto para llegar hasta mí, aun que yo ya había comenzado a correr hacia lo que creía mi salvación. Notaba un aliento en mi nuca mientras mis pulmones se quedaban sin aire. Con un último esfuerzo conseguí entrar por el porton, cerrándolo mientras la poderosa bestia arañaba y golpeaba la entrada.

"Te arrepentiras Lapislázuli, te arrepentiras"

Dejé escapar un suspiro, dejándome caer al frío suelo, agotada. ¿Dijo lapislázuli? ¿Por qué dijo eso? Todas mis preguntas se disiparon al oir el hermoso cántico de una mujer.

"Cuando la luna cierre su círculo....

Habrá un despertar....

Y la dulce niña de la piedra...

Se convertirá.....

Deberá decidir...

Para acabar con el mal...

Aun que un sacrificio....

La envolverá...."

Poco a poco me acerqué al altar, mientras esa voz se me hacía mas conocida, al igual que la canción. Una bella mujer se encontraba de espaldas a mí, con su pelo caoba callendo como una cascada de fuego por su espalda. Un translúcido camisón de seda blanca era lo único que la cubría, dejando sus finos brazos a la vista. Una vez me aproximé, mi corazón se encogió. Su fino rostro de tez tan blanca como la nieve relucía. Su pequeña nariz y sus finos labios le daban un toque dulce. Sus párpados cerrados con sus pestañas negras creaban sombras en sus pómulos. Sus finas manos parecían volar sobre las teclas de marfil del gran piano que había en el centro. Una vez abrió sus ojos, ya no me quedó duda. Su voz me cantó nanas desde que tengo memoria, antes del horrible accidente. Esos ojos verdes me miraban con ternura, como solo una persona podía hacer. Mi madre.

-Ma-mamá... e-eres tu?-dije, mientras lentos sollozos explotaban en mi garganta. Pero no lloré. Debía ser fuerte.

-Natasha, he venido porque necesitas mi ayuda. Un gran mal se cierne sobre Healymid y una gran batalla se acerca. Y tú eres la única que puedes acabar lo que nunca debió empezar.-dijo, acariciando mi mejilla.

-Todo el mundo dice lo mismo. Pero yo no tengo ni idea. No sé que pinto en todo esto. Y ahora vienes a decirme lo mismo mientras yo me siento impotente y...-no me di cuenta que había empezado a llorar hasta que mi madre me cogió en un abrazo maternal mientras yo enterraba mi cabeza en su cuello, como cuando era niña y por las noches me despertaba por las pesadillas.

Bailar... Amar....Donde viven las historias. Descúbrelo ahora