Último día en nuestro bosque.

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Noté un leve roce en mi brazo, pero el sueño me engullía tanto que lo dejé pasar. Al cabo de un rato volví a sentir una mano recorriendo mi brazo, mientras como una especie de soplido me rozaba los ojos, alterándome. Abrí con lentitud mis azules ojos y volví a notar una caricia, esta vez en mi nariz.

-Por fin la bella durmiente se despierta. Pensé que iba a tener que recurrir a las cosquillas para hacerlo....-dijo una familiar voz, mientras yo trataba de estirarme desperezándome bajo la burlona mirada celeste.

-Ja ja... hazlo y mueres Maxwell-dije, entrecerrando mis ojos. Miré a mi reloj de pulsera. Quedaba como una media hora para que se despertara el resto. Alcé mi mirada hacia su rostro, encontrándolo extrañado.

-Evans... ¿como sabes mi nombre completo?-dijo, cauteloso. No entendía su reacción así que me encojí de hombros con una sonrisa. Él parecía desconfiado.

-Tengo mis recursos....-dije misteriosa, con una sonrisa malvada. Esperad. ¿Él sabía mi apellido?- Oye... ¿como sabes tú mi apellido?.

-Tengo mis recursos-dijo, colocándose boca arriba y poniendo sus manos en la nuca.

-Eres muy poco original idiota... ¿Cuando dejaras de copiarme?-dije, mientras golpeaba su frente levemente. Él me lo devolvió dándome suavemente en la mejilla. Lo miré molesta.

-Dejaré de hacerlo cuando tu dejes de pegarme-dijo, sonriendo de medio lado.

Touché. Resoplé indignada. Eso significaba que nunca.

-Ahora, dejame dormir... me has despertado aguafiestas-dijo, girándose de espaldas a mí.

-Pero bueno!!!!!! ¿Qué es esto? Te acoplaste anoche sin que yo te diera permiso, duermes conmigo, me despiertas, me pegas y dices que yo te he despertado!?? TU ESTAS LOCO!-dije, abriendo mis ojos incrédula. Le comencé a incar mis dedos en su espalda, aunque fué en vano. Su ancha espalda me impedía ver su rostro, aunque juraría que estaba sonriendo. Agggg.

-Anoche no pareció molestarte tanto...-dijo, mientras se volvía hacia mí. Auch. Entonces recordé todo lo de la otra noche y me sonrojé al pensar en el beso. Sus deliciosos labios rozando los mios hicieron que mi cuerpo entero se estremeciera. Y ahora realmente me daba cuenta de la situación. Él, un tio buenísimo, con su negro pelo despeinado sobre sus claros ojos, con su camiseta de pijama de manga corta que dejaba al descubierto sus potentes brazos, con su pantalón ancho, mirándome con esa sonrisa hipnotizadora estaba en mi cama, donde habíamos pasado la noche juntos y donde nos habíamos besado. Mierda y más mierda. Pero por otra parte deseaba rodear su cuello con mis brazos.

-Fuera de mi cama YAAAA o te juro que...

-Me juras que? No te tengo miedo porque...-dejó de hablar y calló de la cama con un golpe sordo, sujetándose su entrepierna. Si chicos. Yo, que quería volver a besarlo, en un intento desesperado de alejarlo de mí, le acabo de propinar un puñetazo en sus partes. Dadme el premio nobel a inteligencia.

-Me cago en...- lo oía decir mientras se incorporaba. Yo comencé a reir mientras veía como se alejaba, lanzándome miradas asesinas. De repente, una melena morena apareció desde la cama de arriba, sobresaltándome. Sus ojos ambarinos me escrutaban, acusadores.

-¿Te has liado con el chupasangre?-dijo, ocultando una sonrisa traviesa. Genial, lo que me faltaba. Que April, la experta en dramas, pensara que estaba liada con el.

-OBVIAMENTE NO!!!-dije, pero al recordar el beso, me sonrojé, dándole un motivo para sospechar. Tras decirle esto su  cabeza volvió a su sitio y justo cuando pensé que me había dejado en paz, noto un crujido en la escalera que comunica con la escalera de arriba. Automáticamente le hice un hueco a mi amiga junto a mi cama y nos quedamos así, un rato, mirándo a cualquier parte.

Bailar... Amar....Donde viven las historias. Descúbrelo ahora