Capítulo 30: Incierto - Final.

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A los seis años fue la primera y única vez que presencié una discusión entre mis padres. La mayoría del tiempo, ellos resolvían sus diferencias en privado, de tal manera que ninguno de nosotros se preocupara por sus problemas. De hecho, de cualquier día que pensé que aquello pudiera pasar, ese no sería una opción.

Las vacaciones de invierno acababan de empezar cuando ocurrió la primera nevada. Se había atrasado varias semanas por lo que cuando mis hermanos y yo bajamos las escaleras ese día, ninguno de los gemelos esperó obtener el permiso de mamá para tomar sus abrigos y colocarlos encima de sus pijamas antes de salir al exterior mientras los pequeños copos de nieve cubrían el suelo.

—¡Kyle y Kaidan, regresen adentro ya mismo! —gritó mamá desde la puerta. Para el momento Kyle ya se encontraba haciendo ángeles de nieve mientras Kaidan se giraba para enfrentarse a nuestra madre por los dos.

—¡Solo un par de minutos! —Rogó juntando sus manos debajo de su barbilla—. ¡Por favor!

—¡Ni siquiera llevan los zapatos adecuados!

—¡Por favor! —repitió sacando su labio inferior sin dejar de mirarla con suplica.

Ella suspiró, nunca podía decirle que no a Kaidan. —Tienen hasta que esté listo el desayuno.

Los gemelos celebraron y volvieron su atención a la nieve. Mamá suspiró rendida antes de volverse hacia mí y dibujar una sonrisa, aun llevaba su pijama floreado y su cabello oscuro estaba recogido en una cola, era muy parecido al mío.

Se inclinó un poco hasta quedar a mi altura. — ¿Y tú? ¿No quieres ir a jugar con la nieve también?

Fruncí el ceño antes de sacudir la cabeza. —No me gusta la nieve.

Mentira. No tenía ningún problema con el clima frío o los copos de nieve pero desde que mis hermanos se habían unido para ganarme en todo por ser mayoría, decidí que no iría de acuerdo con nada que ellos quisieran. Mamá pareció saberlo porque amplió su sonrisa pero no respondió, en cambio dijo:

—¿Qué tal si me ayudas a preparar el desayuno, entonces?

—¿Y por qué yo? —me crucé de brazos, molesta— No es justo.

—El que cocina puede colocarle lo que quiera a sus panqueques.

—¿Panqueques?

Ella asintió. Para ese momento me había ganado. Amaba esas cosas más que mi rebelión con Kaidan y Kyle por lo que era la única cosa en la que todos estábamos de acuerdo pero ninguno pensaba admitirlo.

—No pienso hacer los de ellos —señalé a los gemelos antes de caminar hacia la cocina.

Escuché una leve risita a mis espaldas pero estuvo de acuerdo y ambas comenzamos a sacar los ingredientes para preparar el desayuno. Ella cocinó los de Kaidan y Kyle mientras yo hacía los de papá.

Cuando él bajo, yo me encontraba decorando los míos. Podía ponerle lo que yo quería así que estaba siendo muy creativa con eso.

—El desayuno está casi listo, cariño —avisó ella antes de girarse. Cuando lo hizo, hubo un silencio. Yo no presté mucha atención porque mi trabajo con los panqueques era arduo—. No puede ser en serio.

Aquello llamó mi curiosidad lo suficiente para voltear y ver a mi padre con su uniforme de seguridad.

—Se supone que estás de vacaciones —recriminó mamá algo exasperada. Ella apoyaba su trabajo pero sabía que se asustaba cada vez que él salía.

Peligro Infiltrado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora