43|| Loco.

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Me vi a mí mismo muchas veces en mi mente, en cómo sería mi futuro y juro que imaginaba hijos pero jamás pensé que sentiría esta cosa en el pecho cada que miro a mi hija en los brazos de su madre.

No soy la persona más sentimental del mundo ni el hombre más cariñoso, la he cagado demasiadas veces, no sé pedir perdón y muchas veces me cuesta admitir mis errores, pero soy un hombre que definitivamente disfruta de estar en casa, de tener una prometida y más que nada, uno que disfruta ser padre.

La pequeña en mis brazos se mueve algo incómoda mientras le quitan los aparatos y me enfurece el que la enfermera la moleste hasta el punto de provocar el primer puchero en sus labios pequeños.

—Tenga cuidado—gruño acunando a mi bebé junto a mi pecho hasta que se calma y el casi llanto se detiene. —Se supone que deben ser amables, son niños pequeños.

La mujer solo se carcajea. Miro a mi prometida esperando que diga algo pero solo rueda sus ojos acomodando las pertenencias de nuestra bebé en su bolso.

—Es pequeña pero ellos la han cuidado desde que nació, no van a lastimarla—me asegura sin mirarme.

—Pero casi llora.

—Y va a llorar toda su vida, Hudson, quizás por la mínima cosa pero llorará. No puedes impedir que sienta tristeza en algún punto de su vida—ahora si planta la mirada en mí.

Su comentario me ofende.

—Por supuesto que puedo cuidar el corazón de mi princesa—aclaro—Más si se trata de corazones rotos.

—¿Cómo evitarás eso?—alza una ceja.

—Asesinando a todo el bastardo que se atreva a mirarla—me encojo de hombros—Sin tipos cerca, no hay enamoramiento, ella jamás sufre, no me deja, y se quedará con nosotros para siempre.

Más de una mujer se ríe de mi comentario y es que suena absurdo, pero sé que si debo gastar todo mi dinero para evitarle el sufrimiento lo haré, y quizás no pueda contra todos los males de su vida, pero sé que soy capaz de dar la mía con tal de al menos intentar evitarlo.

Es tan pequeña, tan hermosa, tan frágil ante mis ojos que mirarla sol me provoca sensaciones extrañas en el centro del estómago.

Con una sola mano la sostengo contra mi pecho, luce tan pequeña cuando me miro al espejo y ruego por tener este momento para siempre por eso le pido a Lia que lo capture en una fotografía antes de salir de cuidados neonatales.

Hoy por fin liberan a mi bebé de esas máquinas, por fin puedo llevarla a casa cosa que me pone tan feliz que no pienso en los paparazzis fuera esperando tomar la primera fotografía de su pequeño rostro angelical, no pienso en la multitud que nos espera en casa para conocerla solo pienso en la sensación tan hermosa de tener a este pequeño ser humano pegado a mi pecho, como si yo fuera su soldado de brillante armadura que puede protegerla de todo y de todos.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now