14|| Largo.

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Abro los ojos sobresaltada, cuando unos ruidos en la puerta principal logran despertarme

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Abro los ojos sobresaltada, cuando unos ruidos en la puerta principal logran despertarme. Me quedo quieta porque no tengo idea de quién es. Observo hacia el frente, el sol apenas y comienza a tener una leve coloración en el cielo, así que es de madrugada.

Me acerco a la puerta cuando Brennan trae a un muy ebrio Hudson en sus brazos. Uno que apenas puede mantenerse de pie. La mirada desencajada que trae va acompañada de una sonrisa idiota. 

—Intenté que bebiera menos, pero es imposible con él—se queja su amigo—. ¿Dónde quieres que lo deje? 

—En el basurero al frente del edificio. 

Él se ríe. 

—Es una bromista—dice Hudson, arrastrando las palabras—. ¿Segura no eres comediante?

Sacudo la cabeza señalando el sofá. 

—No sé dónde está su cuarto así que déjalo ahí. En unas horas podrá caminar solo. 

Brennan hace lo que le pido. Arrastra a su amigo por toda la sala hasta llegar al sofá. El enorme cuerpo de Hudson resuena al chocar contra los cojines sacándole una carcajada. Es como un adolescente que apenas conoce el alcohol. 

—Puedo quedarme con él si quieres—dice Brennan, a lo que niego. 

—Puedo sola, gracias. Igualmente, si quiere hacer algo acabará en el suelo porque en ese estado no podrá ni llegar al baño. 

Hace una mueca de asco. 

—Acabo de tener una visión suya todo mojado de su propia orina. 

Me carcajeo, mirando al ebrio que apenas puede mantener los ojos abiertos y la mirada en el techo. 

—¿Por qué todo está dando vueltas? ¡Lia! 

—¿Será porque te bebiste todo el club? Imbécil. 

—Bueno, tengo que irme. Mi esposa seguro está esperándome. Llama si necesitas algo. 

Lo acompaño hasta la salida y cuando me volteo, Hudson está arrodillado sobre la alfombra intentando ponerse de pie. 

—¿Qué crees que haces? 

—Tengo que ducharme. Huelo a alcohol y no es bueno para el bebé. 

Me hace sonreír. Incluso podría decir que es hasta tierno el tenerlo de esa forma tan inocente, pero me contengo de cualquier maldad que pueda hacerle. Lo tomo del brazo, uno enorme que apenas puedo sostener, y lo llevo hacia el sofá de nuevo. 

—El bebé estará bien. Tú tienes que dormir. 

—No quiero—se queja. 

—Pues tendrás que... ¿Qué estás haciendo?

Me quedo quieta en mi lugar pues después de dejarlo en el sofá, se aferró a mi cintura y ahora tiene su enorme mano en el centro de mi vientre. Sus ojos por unos instantes parecen los de siempre y la forma en que me acaricia es... dulce. 

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now