Consejo Nº2

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Consejo Nº2: Disfruta cada momento al máximo

FERNANDA

Estaba segura de que estaba de todo menos lista. Forcé una sonrisa y lo seguí hasta la sala al final del pasillo. Por unos momentos pensé que se le había olvidado de esto o que tal vez solo tenía cosas mucho más importantes que hacer que tener que darle clases de baile a una chica descoordinada como yo y esa fue la única razón de que no me comiera todas las uñas de mis manos por los nervios esta mañana.

Alex abrió la puerta con una llave y me hizo entrar primero. Jamás había entrado a esta sala y ahora sabía el porqué. Era una especie de sala de danza, del tipo que había visto un montón de veces en las películas cuando ensayaban ballet. A un lado de la sala había grandes espejos en las paredes y vi mi rostro asustado devolverme la mirada. Miré de un lado a otro y mi respiración se comenzó a agitar haciendo que mi pecho se elevara rápidamente.

- ¿Estas bien? - Sentí las manos de Alex posándose en mis hombros, pero no pude mirarlo a los ojos.

Mi voz salió en jadeos cortos – No lo sé, ¿puede ser que sea claustrofóbica?

- ¿Tienes claustrofobia?

- ¡No lo sé! – intente explicar cómo me sentía a través de la opresión en mi pecho - Pero siento como si las paredes se cerraran a mi alrededor.

- Está bien, solo haz lo yo hago – Me instó a mirar su rostro mientras inhalaba profundamente y luego exhalaba lentamente. Hice lo mejor que pude para imitarlo y pronto comencé a sentirme mucho mejor.

Alex suspiró de alivio y me sonrió – Me asustaste por un minuto ¿Nunca te había pasado antes?

- No, pero mi hermano suele tener pequeños episodios de claustrofobia a veces así que estoy un poco familiarizada. Jamás creí que yo también podría sufrir de lo mismo.

Alex se encogió de hombros – No lo sabes hasta que te sucede.

Se dirigió hasta las ventanas y las abrió lo mas que pudo – Tal vez esto ayudé.

Luego fue hasta donde se encontraban unos parlantes y puso una suave música desde su ipod. La música viajo desde los parlantes a mi alocado corazón haciendo que recuperara su ritmo normal.

- Cuando era más pequeño mis padres nos llevaron a mis hermanos y a mí a comer a un restaurant muy exclusivo, se suponía que íbamos a celebrar el nuevo trabajo de mi papá, pero 20 minutos después terminé en la sala de urgencia porque era alérgico a los mariscos y nadie lo sabia hasta ese momento.

Su historia me hizo sentir más en confianza y me di cuenta de que el intentaba hacerme sentir más cómoda para que no volviera a sentirme mal.

- Tus padres debieron estar muy preocupados por ti.

- Lo estaban, pero sobre todo se sintieron culpables por no saber antes que era alérgico y llevarme a ese lugar – Se encogió de hombros y luego se aflojó la corbata del colegio sacándosela por encima de su cabeza – Pero no fue culpa de nadie, ellos no tenían como saberlo y además no me pasó nada grave porque no alcancé a comer tanto. ¿A tu hermano suele darle frecuentemente lo de la claustrofobia?

- No mucho, solo cuando se pone demasiado nervioso.

Se dio la vuelta y vi su rostro por el espejo cuando habló – ¿Estas segura de que estas bien? tal vez podamos dejarlo para mañana.

No, lo último que necesitaba era posponerlo para otro día. No quería tener que seguir pensando en esto. No cuando mis nervios seguramente no me dejarían dormir esta noche. Necesitaba hacerlo ahora. Solo cortar con esto antes de que tuviera un nuevo ataque de ansiedad.

¡Cállate y Baila Conmigo!Where stories live. Discover now