Epilogo

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No ganamos. Pero por extraño que parezca, eso no me entristeció.

Quedamos en segundo lugar. Además obtuvimos el primer lugar de nuestro colegio, lo cual es mucho decir, ya que de seguro las otras parejas habian trabajado mucho mas en su coreografía que nosotros.

Pero supongo que la nuestra tenia mas... corazón. Sentimientos y emociones. Di mi corazón allí y ni siquiera fue para los jueces. No, fue para mi misma. Para recordarme que está bien sentir miedo. Es lo que hacemos con ese miedo lo que realmente importa. Y me sentí feliz de finalmente haber vencido mi miedo al ridículo.

El concurso incluso tuvo un pequeño articulo escrito en el diario que papá siempre lee. Casi me muero cuando vi una pequeña foto de Alex y yo allí en el escenario. Podrían haber puesto cualquier otra foto, de cualquier otra pareja de baile, pero no, teníamos que ser nosotros.

Supongo que es solo mi suerte.

Aunque bueno, en realidad no me molestó tanto como podría haberlo hecho hace algunos meses atrás.

Algunos días después del concurso mientras estaba pasando por la oficina de papá para ir abajo a comer algo, lo escuché hablar con alguien. No me detuve a escuchar por eso, si no porque nunca lo había oído tan enojado y frustrado a la vez.

— ¿Tus derechos? — Preguntó casi con ironía, lo oí tomar una profunda respiración y luego continuó hablando un poco mas calmado — Está bien, pero no haré esto hasta que hable con ellos.

Se quedó en silencio escuchando lo que sea que estaba hablando la otra persona a través del celular antes de seguir hablando.

— Si, ellos aun son menores de edad, pero no te equivoques, son lo suficientemente grandes como para que sean ellos mismos los que decidan si quieren verte o no. Te llamaré una vez hable con ellos Isabel. No antes.

Mi corazón empezó a latir desesperadamente en mi pecho. Me alejé de la puerta y comencé a bajar las escaleras. Me sentía mareada como si el piso se tambaleara debajo de mi. Y supongo que así era. Todo mi mundo como lo conocía acabaría por derrumbarse.

Y cuando mi padre se aclaró la garganta una vez que habíamos terminado de comer y dijo que tenia algo que decirnos, ya sabia que no era algo que yo quisiera escuchar.

Sentí la mirada de Miguel en mi, confundido de por qué papá estaba tan serio cuando raramente estaba así, pero no pude mirarlo, solo me quedé allí observando mis manos mientras agarraba una servilleta y la apretaba con fuerza.

— Esto es difícil para mi, así que solo lo voy a decir — Se detuvo un segundo y alcé mi mirada para verlo cerrar sus ojos un segundo antes de continuar — Su madre llamó. Quiere verlos.

La silla de Miguel cayó al suelo en un fuerte estruendo mientras se paraba de un salto y ponía sus manos sobre la mesa. La furia estaba marcada en sus rasgos.

— Ella no es mi madre. Perdió todos sus derechos sobre mi cuando se fue.

Dio grandes zancadas hacia la puerta de entrada y salió dando un portazo.

Habian tantos sentimientos pasando sobre mi que no sabia que hacer. Estaba asustada de que todo esto estuviera sucediendo ahora. Enojada porque después de casi 12 años ella se había dignado finalmente a aparecer. Pero no voy a mentir, también estaba un poco emocionada de poder tenerla cara a cara y saber como se sentía finalmente tener a alguien a quien llamar mamá.

Pero todo eso se disolvió al día siguiente.

El timbre de la puerta sonó y papá me dio un beso en la frente antes de ir a abrirla. Estaba sentada en el sillón viendo hacia la nada mientras Miguel estaba a mi lado pareciendo menos él que en ningún otro momento. No había dicho ni una palabra desde esta mañana y no estaba acostumbrada a verlo así.

¡Cállate y Baila Conmigo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora