Al borde del abismo

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León Nikolai era una gota más de las aguas del río que se dejaba arrastrar por la corriente. Adela Lynnette era una frágil copa de cristal cubierta con una cúpula de acero.

Hay quienes dicen que tenemos un destino. Hay quienes dicen que cada uno forja su camino. No importa en cual de las dos creamos, porque el tiempo corre y las cosas suceden sin importarle a quien dañen en su recorrido.

Adela creía en ambas cosas, por eso vivir bailando al borde del abismo, era su aventura predilecta. León admiraba eso de ella, amaba verla danzar aunque no la entendía pero eso estaba bien para ella.

Siempre nos empeñamos por volver complejas las cosas simples. Antes de morir en vida León lo notó y supo que tal vez ese sea uno de nuestros mayores defectos.

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