Capítulo 19: Volver a casa

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Capítulo 19: Volver a casa

Me dejo caer contra la madera, deslizando mi espalda por la superficie hasta quedarme sentada en el suelo. Me abrazo a mi misma, intentando juntar todas y cada una de las partes que siento que se han soltado en mi interior. Ya no hay ningún motivo para que aguante los sollozos, que desesperados buscan escapatoria y llenan la estancia.

Ni siquiera tengo el consuelo y los mimos de Pelusa, él, al igual que parte de mí, está en casa de Ryan, una casa que se suponía que ambos debíamos compartir. Un hogar. Uno donde crecería nuestra familia, donde crecería nuestra pequeña o pequeño, el cual llevo en mi vientre. Nuestro bebé. Y lo peor, es que no sabe de su existencia.

Me agarro la cabeza con las manos, apoyando los codos en las rodillas. Estoy siendo hipócrita, con él y conmigo misma. Lo estoy condenando por algo que yo también estoy haciendo… Lo he intentado, he intentado ser sincera, contarle que estoy embarazada, no obstante sus reacciones  me advierten de que no lo haga, que ese no es el futuro que quiere Ryan. Y el miedo a perderlo me supera. Quizás este sea el mismo miedo que sintió él. La diferencia entre ambos es que yo jamás le he mentido, he omitido el detalle del embarazo… pero eso no es mentir ¿no?

Me miro la tripa, mordiéndome el labio inferior para detener los hipidos. Sigue igual de plana que siempre, no ha crecido, pero sé que dentro de mi algo está cambiando y no precisamente lo siento en el vientre, sino en el corazón. Un corazón que, aunque en estos momentos parezca muerto, ya late por un amor incondicional, uno que supera las barreras del miedo. El amor de madre. Da igual lo que pase de ahora en adelante, no voy a permitir que nada ni nadie dañe a la pequeña vida que crece dentro de mí.

Me levanto, poco a poco me deshago de la ropa, hasta quedar como vine al mundo. Enciendo la mini cadena, subo el volumen y me meto en la ducha. Las notas del piano llenan el baño junto con el vapor. Cierro los ojos, apoyo la frente contra las baldosas y mis lamentos se unen con la dulce voz que canta:

I neverwanttoseeyouunhappy

I thoughtyou'dwantthesamefor me

Goodbye, my almost lover 

Goodbye, my hopeless dream 

I'm trying not to think about you 

Can't you just let me be?

Nunca quise verte infeliz

Pensé que tú querrías lo mismo para mí.

Adiós, mi casi amante

Adiós, mi sueño desesperado.

Estoy tratando de no pensar en ti.

¿No puedes dejarme en paz?

¿Algún día el recuerdo de Ryan me dejara? ¿Realmente quiero que lo haga? Hago el esfuerzo, trato de ser fuerte ante todo lo sucedido, pero no puedo. He perdido aquello que creía sería eterno, pero nada lo es. Incluso el dolor que me atraviesa el pecho como si se tratara de mil cuchillos afilados, algún desaparecerá. Algún día Ryan lo hará…

Entre el desorden del armario, encuentro una chaqueta. Inhalo el perfume de la prenda y mis sospechas se confirman. Es de Ryan. Me la pongo y con ella me meto en la cama. Cerrando los ojos y rezando para que al despertar, todo haya sido una pesadilla. Una horrible y devastadora pesadilla.

Los días pasan. Pasan incluso aunque mi mundo parezca estar en pause. El dolor no se va, no desaparece, al contrario, con cada movimiento de las agujas del reloj la tortura es mayor. Los cuchillos afilados parecen removerse en las heridas abiertas, burlándose de mí. El único consuelo que he encontrado es la música. Going Under de Evanescene ha sido como la tirita para los cortes sangrantes. La canción ha sonado alto, acallando, tanto la angustia como los golpes en la puerta de la gente en la que confié y terminaron traicionándome. He oído los gritos ahogados de Mel, las suplicas de mis padres, incluso César ha aporreado la madera. En cambio, de él, del que espero cada segundo escuchar su voz, no he oído nada. Ni siquiera ha llamado. El temor se mezcla con el resto de los sentimientos.

La Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora