Capítulo 18: Promesas rotas.

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Capítulo 18: Promesas rotas.

Lentamente me vuelvo, con rodillas temblorosas. Su rostro y ojos verdes están impasibles.

–¿Qué has dicho? – Apenas es un susurro lo que sale de mi boca.

¿Realmente he escuchado bien?

–Perdiste a tú hijo. A nuestro hijo, después del disparo.

El mundo ha dejado de girar. Todo a mi alrededor parece ir a cámara lenta, menos mi corazón. El va por libre, martilleándome el pecho, haciéndome pensar que terminara por escaparse.

–Mientes– Ni siquiera tengo fuerzas para hablar.

–Puedo probártelo, Vicky. Tengo la prueba de ADN que certifica que ese bebé era mío. Además–Su postura se torna despreocupada– No ganaría nada mintiendo.

Busco cualquier indicio que demuestre que esto es una broma, que César miente. Sus ojos verdes se ven sinceros.

Me llevo la mano izquierda, donde refulge el diamante que me compromete con Ryan, a mi vientre. Los ojos se me llenan de lágrimas. Las piernas están a punto de fallarme. La cabeza me da vueltas. Acaricio mi estómago, queriendo proteger a mi bebé. El pánico me golpea, y mis piernas comienzan a moverse. Corro dejando atrás a un estupefacto César.

No puedo ver nada, las millones de lágrimas me empañan la vista, aún así no me detengo. Busco su cuerpo alto y atlético. Rezo mentalmente para que esto sea una pesadilla. Para que no sea real. Mi corazón palpita con fuerza, amenazando con que habrá un último latido. Tropiezo con una de las piedras del jardín. Unas manos delicadas y finas me agarran para que no que llegue a caer.

–Vicky… ¿Qué pasa?

Levanto la cabeza, encontrándome con el rostro de mi mejor un tanto borroso.

–¿Tú lo sabías? – Le grito desesperada.

–¿El qué?

–Lo del bebé– Su expresión se tensa. Inmediatamente sé la respuesta– Dios mío…– Me tapo la boca con la mano, dando dos pasos atrás para alejarme de ella– Lo sabías… Lo sabías y no me lo dijiste.

Me limpio las lágrimas con el antebrazo, sin importarme parecer un mapache. La cara de Mel delata su culpabilidad.

–Vicky… cálmate y lo hablamos…

–¿Qué me calme? –Le grito fuera de mí– Me habéis mentido. Me habéis…

–¿Vicky?

La voz temblorosa de Ryan detiene mis bramidos. Lo miro con todo el odio del que soy capaz de mirar a la persona que amo. He confiado en él, me he entregado a él y me ha fallado.

–Cariño ¿Qué ocurre? – Hace ademán de acercase a mi pero se frena en cuanto ve que me retiro hacia atrás, alejándome de él. La mirada se le ensombrece.

–No vuelvas a llamarme así. Me has mentido– Siseo, haciendo un esfuerzo titánico por no romper a llorar.

Aprieta la mandíbula y los puños hasta que los nudillos se le quedan blancos por la falta de circulación. Sabe perfectamente a que me refiero.

–Vicky, déjame explicártelo– Da un paso hacia mi, yo doy dos hacia atrás. – No huyas de mí cariño…

–¡No me llames cariño! – Grito agarrándome la cabeza, apunto de desplomarme.

–Los médicos nos dijeron que no te contáramos todo de golpe–Explica una cautelosa Mel– Podrías sufrir un shock y perder mucha más memoria de la que ya habías perdidos.

La Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora