Capítulo 20: Solamente tú

56.5K 3.3K 326
                                    

Capítulo 20: Solamente tú.

Antes de poder procesar lo que mis ojos han visto, unos brazos me aprisionan contra un pecho tan duro como el granito. De fondo, proveniente del inmenso salón, se oye una triste melodía. Las cuencas de mis ojos se ven desbordadas por las inmensas lágrimas. Inhalo el perfume que me confirma que he vuelto a casa. Los recuerdos estallan en mi cabeza a ritmo de Hallelujah. Recuerdos recientes, en los que el único protagonista es Ryan. Sus labios, sus manos, su cuerpo... su sonrisa, la sensación de sentirme amada, de sentirme protegida.

Por unos instantes, me permito olvidar todo lo que ha ocurrido, descansando mi mejilla allí donde late su desbocado corazón, para mi sorpresa está acompasado al mío. Ambos con el mismo movimiento, martilleando sin cesar, queriéndose escapar de entre músculos, huesos y piel, hasta conseguir convertirse en uno.

Rodeo su cintura con mis brazos, pegando mi cuerpo al suyo todo lo posible. Sus labios besan mi pelo, haciendo que miles de escalofríos me recorran. La sensación de sentirme perdida, de vivir en una perpetua oscuridad, poco a poco va deshaciéndose. Después de varios días de haber estado viviendo entre las tinieblas, la luz ha vuelto. Estoy en casa. Estoy donde siempre he pertenecido, aunque mi mente, de alguna manera, lo haya olvidado, mi lugar siempre ha sido este, entre los brazos de Ryan.

Me alejo lo suficiente para poder mirar su rostro. El nudo de la garganta casi no me deja respirar, los dos océanos azules me observan como si no se pudieran creer que verdaderamente sea yo, que verdaderamente esté ante él. Las lágrimas surcan su cara, desapareciendo en su incipiente barba. Ni siquiera las notables ojeras y los moratones que le causó César, logran que pierda ni un ápice de su atractivo.

Con el dedo índice delineo sus labios, teniendo cuidado con el inferior, por la herida que poco a poco va cicatrizando. Ryan cierra los ojos ante mi caricia, apretándome aún más fuerte entre sus brazos. Acongojada, limpio las lágrimas, que como las mías, caen sin remisión.

-Lo siento- Susurro realmente arrepentida.

Sus parpados se levantan, su expresión se vuelve desconcertada.

-¿Qué... qué sientes?

Clavo mi mirada en la punta de mis converse. No recuerdo haberme sentido tan nerviosa como ahora.

-Yo... bueno, yo solo he pensando en lo que me dolía a mi. He sido una completa egoísta... no pensaba como pudieras estar de afectado tú...

-Vicky- Agarra mi barbilla, levantándola. Clavando el azul en el marrón. - Te he hecho daño y eso es algo que nunca me perdonaré. Pero temía que si te lo decía tú amnesia empeorara. Los médicos nos explicaron que un shock podría afectar tu memoria-Suspira y pestañea varias veces seguidas para contener las lágrimas- Solo quería protegerte. Y no has sido egoísta, por el contrario que yo. Una parte de mi se negaba a contártelo por miedo a que pasara lo que al final pasó. Me...-traga saliva y la voz comienza a fallarle- Me odias. Y entiendo perfectamente que lo hagas, me pediste que fuera sincero y... y te fallé.

Dos enormes gotas corren por sus mejillas. Niego con la cabeza, tragando compulsivamente para aliviar el nudo que va desde mi garganta hasta mi estómago.

-Yo... no te odio. Créeme que lo he intentado, pero me es imposible. No se puede odiar a quien hace latir tu corazón.

Me estrecha con firmeza entre sus fuertes brazos. Apoyo la frente en su pecho sin impórtame mancharle la camisa con mis lágrimas.

Ninguno de los dos añade nada. Ninguno se atreve a romper el silencio ni el abrazo. No obstante, algunas veces se puede hablar sin palabras, se pueden decir muchas cosas sin mover los labios. El arrepentimiento vuela sobre nosotros, como una nube invisible. Ninguno de los dos ha hecho lo correcto, ambos nos hemos fallado, pero eso ya no importa, lo único que realmente importa es que los dos seamos capaz de perdonar los fallos del otro, que afrontemos esto y lo superemos, juntos.

La Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora