- ¡Quiero irme ya de aquí! - le chillé a Claudia.
- ¡Cálmate! Todavía estás débil y tienes que quedarte más tiempo aquí. - me regañó.
- ¡Me quiero ir Claudia, sácame de aquí, voy a volverme loca encerrada en estas cuatro paredes! - seguí chillando.
- Sólo llevas aquí una semana... Y solo tienes que esperar un par de días más. No te desesperes.
- Pero ya estoy mucho mejor Clau, quiero irme... - hice un puchero y puse voz triste, sabía que funcionaría.
- ¡Está bien! - dijo resignada. - Iré a hablar con el médico. Amor, quédate con ella y no permitas que se mueva. - le dio un dulce beso en los labios y se marcho mientras yo y David reíamos.
- Siempre consigues lo que quieres, eh. - rió David.
- ¡Parece mentira David, como si no me conocieras! - le sonreí.
- Parece que estas mucho mejor, por lo menos físicamente, porque sé que hay algo que te atormenta. Y no me lo has contado, ya no confías en mi... - me dijo fingiendo estar ofendido.
- ¡Si confío en ti, tonto! - dije riendo. - Solo esque... - suspiré.
- ¿Sergio?
- Sí... - dije con tristeza en mi voz. - Se besó con otra, al día siguiente estaba otra vez con ella, después el accidente y cuando desperté estaba aquí, con rastros de haber llorando y me dijo que me quería pero no quise escucharlo y le pedí que se fuera... no sé que hacer, David.
- Asique fue por eso que se marchó... ¿Qué sientes? - preguntó mirandome con una sonrisa.
- Le quiero, David. De eso estoy segura, pero dudé cuando pasó todo eso.
- Si le quieres, ¿qué más da todo lo demás? Sé que te importa, pero dale una oportunidad, deja que te explique. De lo que te digan, no te creas nada, y...
- De lo que veas, créete sólo la mitad. - dije continuando la frase. - Lo sé.
- ¿Y a qué esperas para ir a buscarle? Bueno no, por ahora conformate solo con llamarlo. - Reimos juntos.
- Eres el mejor amigo del mundo, David. ¡Y me alegro mucho por ti y por Claudia, y me tendrás aquí siempre, los dos! Lo sabes, ¿verdad? - le sonrei.
- Claro que lo sé. Venga pequeña, llámalo ya, ¡no esperes más!
Me alcanzó el móvil y busqué en la agenda su numero. Mientras le pulsaba a la tecla de llamar, los dedos me temblaban más que nunca. Prontó escuché su voz. Pero etaba diferente, apagada, triste, no era como siempre, algo andaba mal...
- ¿Quién es?
- Sergio... Soy Haridian... - dije con el corazón casi saliendome del pecho.
- ¡Hari! Eres tú... - dijo con de una forma totalmente diferente a cuando me lo cogió. - ¿Cómo estás?
- Pues he estado mejor la verdad, no llevo bien lo de estar encerrada. - Reí. - Pero estoy bien. Y tú, ¿cómo estás?
- Tienes que estar recuperada del todo para salir del hospital, no seas caprichosa. - rió - Pues yo... he tenido días mejores.
- Sergio... - se hizo un pequeño silencio y continué - ¿Puedes venir al hospital?
- ¿Cuándo quieres que vaya?
- Si puedes, ahora mismo... - dije algo nerviosa.
- Ya voy para allá. Hasta ahora, Hari...
- Hasta ahora... - Colgué y di un largo suspiro. - Ya viene. - Le dije a David.
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Afortunada Coincidencia
RomanceY jamás nadie pudo reemplazar todo lo que aquel hombre sintió por esa chica, bueno, mejor dicho, aquella mujer, porque sin duda, aquel año cambió completamente; dejó de ser una joven adolescente alocada, para convertirse en toda una mujer.